Santa Natalia, mártir. 825-852
Joven de profunda fe que contrajo matrimonio con un hombre de convicciones cristiana, San Aurelio. Ambos junto con otra pareja fueron arrestados por los musulmanes al entrar en una mezquita con la cara destapada.
El optimista y el último significado
El escritor Paulo Coelho nos transcribe este cuento sufí:
«Hace muchos años, en una pobre aldea china, vivía un labrador con su hijo. Su único bien material, aparte de la tierra y de la pequeña casa de paja, era un caballo que había heredado de su padre.
»Un buen día el caballo se escapó, dejando al hombre sin animal para labrar la tierra. Sus vecinos —que lo respetaban mucho por su honestidad y diligencia— acudieron a su casa para decirle cuánto lamentaban lo ocurrido. Él les agradeció la visita, pero preguntó:
»—¿Cómo podéis saber que lo que ocurrió ha sido una desgracia en mi vida?
»Alguien comentó en voz baja con un amigo: “Él no quiere aceptar la realidad, dejemos que piense lo que quiera, con tal que no se entristezca por lo ocurrido.”
»Y los vecinos se marcharon fingiendo estar de acuerdo con lo que habían escuchado.
»Una semana después, el caballo retornó al establo, pero no venía solo: traía una hermosa yegua como compañía. Al saber eso, los habitantes de la aldea —alborozados, porque sólo ahora entendían la respuesta que el hombre les había dado— retornaron a casa del labrador, para felicitarlo por su suerte.
»—Antes tenías sólo un caballo, y ahora tienes dos. ¡Felicitaciones! —dijeron.
»—Muchas gracias por la visita y por vuestra solidaridad —respondió el labrador—. ¿Pero cómo podéis saber que lo que ocurrió es una bendición en mi vida?
»Desconcertados, y pensando que el hombre se estaba volviendo loco, los vecinos se marcharon, comentando por el camino: “¿Será posible que este hombre no entienda que Dios le ha enviado un regalo?”
»Pasado un mes, el hijo del labrador decidió domesticar a la yegua. Pero el animal saltó de una manera inesperada, y el muchacho tuvo una mala caída, rompiéndose una pierna.
»Los vecinos retornaron a la casa del labrador, llevando obsequios para el joven herido. El alcalde de la aldea, solemnemente, presentó sus condolencias al padre, diciendo que todos estaban muy tristes por lo que había sucedido.
»El hombre agradeció la visita y el cariño de todos. Pero preguntó: “¿Cómo podéis vosotros saber si lo ocurrido ha sido una desgracia en mi vida?”
»Esta frase dejó a todos estupefactos, pues nadie puede tener la menor duda de que un accidente con un hijo es una verdadera tragedia. Al salir de la casa del labrador, comentaban entre sí: “Realmente se ha vuelto loco; su único hijo se puede quedar cojo para siempre y aún tiene dudas de que lo ocurrido es una desgracia.”
»Transcurrieron algunos meses y el Japón declaró la guerra a China. Los emisarios del emperador recorrieron todo el país en busca de jóvenes saludables para ser enviados al frente de batalla. Al llegar a la aldea, reclutaron a todos los jóvenes excepto al hijo del labrador, que estaba con la pierna rota.
»Ninguno de los muchachos retornó vivo. El hijo se recuperó, los dos animales dieron crías que fueron vendidas y rindieron un buen dinero. El labrador pasó a visitar a sus vecinos para consolarlos y ayudarlos, ya que se habían mostrado solidarios con él en todos los momentos. Siempre que alguno de ellos se quejaba, el labrador decía: “¿Cómo sabes si esto es una desgracia?” Si alguien se alegraba mucho, él preguntaba: “¿Cómo sabes si eso es una bendición?” Y los hombres de aquella aldea entendieron que, más allá de las apariencias, la vida tiene otros significados.»
Este cuento invita a buscar el último significado de los sucesos y experiencias. Muchas de las cosas que nos suceden las consideramos negativas: una enfermedad, un suspenso, una derrota, la crítica de un amigo, alguien que rompe conmigo, algo que me dicen o corrigen en casa… Sin embargo, hechos parecidos han provocado en otros un cambio positivo formidable. La enfermedad se puede ofrecer a Dios como penitencia, el suspenso me puede espolear a estudiar más y mejor, y la derrota me enseña a no ir tan subidito por la vida… Por el contrario, la salud que es tan buena, puede darme una estúpida seguridad o llenarme de incomprensión con las limitaciones de otros, el éxito puede hacerme cretino, mi belleza puede hacerme vanidoso…
El último significado siempre lo ofrece Dios, y ofrece un significado bueno. El hombre debe encontrarlo en la oración. Por eso dice san Pablo: «Todo es para bien, para aquellos que aman a Dios.» Así es: para quien quiere amar a Dios, todo lo que ocurre es para bien, descubre y acepta el significado que Dios ofrece en cada cosa que ocurre. Pero… hay un pero: necesitamos hacer oración para que Dios pueda darnos a entender lo que significan las cosas, para aceptar lo que nos sucede.
Por eso, los cristianos vivimos siempre con el «Hágase tu voluntad», y ahí está nuestro acierto. Esta voluntad se muestra de muchas maneras y siempre con un sentido positivo. Lo que importa es que lo aceptemos. Así la alegría nunca será insustancial, y el dolor nunca será amargo.
Dios mío, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Que sepamos aceptar todo lo que nos ocurre, y que lo aceptemos amemospara que sea ocasión de recibir lo bueno que desde el cielo nos ofreces. María, como tú le digo ahora: Hágase según tu palabra.
Comenta tranquilamente con Dios lo leído. Después puedes terminar con la oración final.
Ver todos Ver enero 2022