01-04

Santa Dafrosa de Roma, Viuda y Mártir. Siglo IV

Nace en la actual Sevilla. Después del martirio de su marido es desterrada y al volver encarcelada. La obligan a casarse con la esperanza de que cambie, pero convierte a su marido, después mártir. Al enterrarlo se gana el martirio.

Una mente inquieta

Hace unos años, Steve Jobs, fundador de Apple, daba una conferencia en Stanford. A aquellos estudiantes a punto de graduarse les contaba tres relatos autobiográficos. El tercero era éste:

«Cuando tenía 17 años, leí una cita que decía más o menos lo siguiente: “Si vives cada día como si fuera el último, algún día seguramente tendrás razón”. Me impresionó. Desde entonces, los últimos 33 años, cada mañana me he mirado en el espejo y me he preguntado: “¿Si hoy fuese el último día de mi vida, querría hacer lo que estoy por hacer hoy?” Y cada vez que la respuesta ha sido “No” durante demasiados días seguidos, sé que debo cambiar algo.

»El recordar que estaré muerto pronto es la herramienta más importante que he encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones en la vida. Porque casi todo —todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo temor a la vergüenza o al fracaso—, todas estas cosas simplemente desaparecen al enfrentar la muerte, dejando sólo lo que es verdaderamente importante. Recordar que uno va a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que hay algo por perder. Ya se está indefenso. No hay razón alguna para no seguir los consejos del corazón.

»Me diagnosticaron un cáncer hace un año aproximadamente. Me practicaron una tomografía computada a las 7:30 de la mañana, y claramente mostraba un tumor en mi páncreas. Yo ni sabía lo que era el páncreas. Los médicos me dijeron que éste era seguramente un tipo de cáncer incurable, y que no llegaría a vivir más de tres a seis meses. Mi médico me aconsejó ir a casa y arreglar mis asuntos, que es el código médico para prepararse para morir.

»Quiere decir que hay que tratar de explicarles a los hijos todo aquello que pensaba que iba a tener diez años para contarles, en pocos meses. Significa asegurarse de tener todo puntualmente arreglado de modo que sea lo más fácil posible para la familia. Significa empezar a decir adiós.

»Pasé el día entero con ese diagnóstico. Luego por la tarde me realizaron una biopsia en la que introdujeron un endoscopio por la garganta, a través del estómago y hasta los intestinos, pusieron una aguja en mi páncreas y retiraron algunas pocas células del tumor. Estaba sedado, pero mi esposa, que estaba allí, me dijo que cuando vieron las células bajo el microscopio los médicos comenzaron a gritar: resultó que era una forma muy rara de cáncer pancreático que se cura mediante cirugía. Me realizaron la cirugía y estoy bien ahora.

»Fue lo más cerca que me encontré de la muerte, y espero que sea lo más cerca que me encuentre por varias décadas. Habiendo pasado esto, con un poco más de seguridad que cuando la muerte era un concepto útil pero puramente intelectual, les puedo decir lo siguiente: Nadie quiere morir. Aun la gente que quiere ir al cielo no quiere morir para llegar allí. Y sin embargo la muerte es el destino que todos compartimos. Nadie ha logrado escapar. Y así es como debiera ser, porque la muerte es muy probablemente la única mejor invención de la vida. Es el agente de cambio de la Vida. Retira del camino lo viejo para dar paso a lo nuevo. En este momento lo nuevo son ustedes, pero algún día no demasiado lejano, gradualmente, se convertirán en lo viejo y se les sacará del camino. Lamento ser tan dramático, pero es realmente cierto.

»Su tiempo es limitado, así que no lo malgasten viviendo la vida de otro. No se dejen atrapar por el dogma —que implica vivir con los resultados de las creencias de otros—. No permitan que el ruido de otras opiniones ahogue vuestra voz interior. Y lo que es más importante, tengan el coraje de seguir a sus corazones e intuición. De algún modo ellos ya saben lo que ustedes realmente quieren llegar a ser. Todo lo demás es secundario.»

Steve Jobs terminaba la conferencia hablando de un libro que le marcó durante su juventud: «En la tapa de la edición final había una fotografía de un camino rural a primeras horas de la mañana, del tipo de ruta que ustedes caminarían si fueran tan aventureros. Debajo de la foto aparecían las siguientes palabras: “Si no se tiene avidez por el conocimiento, no se conocerá el éxito”». Era su mensaje de despedida al anunciar el fin de la publicación.

«Si no se tiene avidez por el conocimiento, no se conocerá el éxito. Y siempre he deseado eso para mí. Y ahora que ustedes se gradúan para empezar de cero, deseo eso para ustedes. Si no se tiene avidez por el conocimiento, no se conocerá el éxito.»

Podemos aplicarlo a este año que hemos empezado: ¿si hoy fuese el último día de mi vida, querría hacer lo que estoy por hacer hoy? ¿Lo viviría así? El Señor nos lo dice: «No os afanéis por el mañana» (Mt 6, 31). ¡Tenemos que vivir la vida, aprovecharla al máximo! Que no la malgastemos viviendo la vida de otro, que no apaguemos la voz de nuestro interior, que no seamos mediocres.

Jesús, que todos los cristianos del mundo aprovechemos este año, cada uno de los días de este año. Que sigamos lo que nos dice el corazón y la conciencia. Que hagamos realidad lo que nos gustaría o sabemos que puede ser: ¡con coraje! Que lo aprovechemos, conscientes de que este tiempo es un regalo que nos concedes con tantas ilusiones…

Ahora puedes seguir hablando a Jesús y María con tus propias palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.

 

01-03

Santísimo nombre de Jesús.

Ocho días después de su nacimiento, el hijo de María recibe el nombre de Jesús, tal y como lo había dicho el ángel en la Anunciación. Significa “Yavéh es Salvación”

Otra persona que ocupa mi centro

Como estamos iniciando el año, nos conviene considerar aspectos que hagan referencia a los comienzos. Por ejemplo, Joseph Ratzinger fue un catedrático alemán con más de 400 publicaciones sobre teología. Con 78 años fue elegido Papa, y se puso el nombre de Benedicto XVI. Su clarividencia y prestigio intelectual eran llamativos. Todo el mundo esperaba su primer escrito como Papa, su primera encíclica. Tardó más de un año en publicarla. Se llama Deus caritas est (Dios es Amor). Estaba muy pensada, y provocó en la prensa muchos comentarios de admiración, tanto de católicos como de pensadores no creyentes. Quiso poner las cosas claras desde el principio: lo primero es el amor.

Te copio una frase de la introducción de la encíclica. Dice así: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a mi vida y, con ello, una orientación decisiva.»

Tener novia no es leer muchos libros sobre chicas o ver mil fotografías de una niña a la que has echado el ojo. Tener novia es meter a Fulanita en mi vida y meterme yo en la vida de Fulanita. Lo mismo ocurre con ser cristiano: significa meter a Cristo en mi vida y meterme yo en la vida de Cristo. Eso es lo primero que quiere decir ese Papa a los cristianos: ¡ojo!, que ser cristiano no consiste en una decisión ética (voy a ser bueno, no robaré y cumpliré los mandamientos…), ni en una gran idea (pensar de un modo determinado, estar a favor de unas cosas, pensar que tal asunto es verdad o mentira…); ser cristiano consiste en encontrarse con una persona, Jesús.

Con esta frase el Papa delinea lo propio del cristiano. Descubro lo que significa ser cristiano cuando me encuentro con Cristo, es decir, cuando meto a la persona de Cristo en mi vida; y este encuentro da a mi vida «una orientación decisiva», es decir, me meto en la vida de Cristo, y poco a poco mi vida va teniendo el mismo enfoque que la suya. Otra persona, Jesucristo, pasa a ocupar mi centro.

Jesús de Nazaret, tú eres a quien quiero mirar, tratar, escuchar, amar, consolar; de quien quiero recibir la mirada, por quien quiero saberme buscado, escuchado, amado y consolado. María, llévame a encontrarme cada día con tu hijo, Jesús de Nazaret.

Dile como puedas que quieres vivir esta historia de amor con él. Éste es el mejor momento de la oración: lo que le digas con tus palabras.

01-02

San Basilio Magno y San Gregorio Nacianceno. Siglo IV.

Obispos y doctores de la Iglesia. Fueron los primados de Cesarea y Constantinopla (ambas en la zona de la actual Turquía), respectivamente. A San Gregorio lo llamaron “el teólogo” por su defensa de la divinidad de Jesús.

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¡Atención! circunferencias al desnudo.

¡Este año tiene que ser redondo! No lo dudes: redondo. Y no es difícil: es cuestión de trazarlo con compás. Así de sencillo: con compás.

¿Alguna vez has intentado dibujar una circunferencia a mano alzada? No hay que ser muy inteligente para imaginar lo difícil que es y, por maña que uno tenga… siempre queda imperfecta. Sin embargo, todo cambia cuando tienes un compás. Las circunferencias están al alcance de todos gracias a este sencillo instrumento. Lo más difícil pasa a ser algo que hasta un niño puede hacer con los ojos vendados.

¿Y cuál es el secreto del compás que ha despojado a las circunferencias de todo su misterio? Tener un centro firme, fijo y bien sujeto, sobre el que apoyarse y alrededor del cual poder girar sin obstáculos el lápiz que trace la circunferencia.

Dibujar nuestra vida cristiana este año que empezamos ayer puede ser tan sencillo como trazar una circunferencia con compás: lo único que tenemos que afianzar, lo que tiene que preocuparnos de verdad, es tener un centro firme, cavado en roca como los cimientos de la parábola, alrededor del cual podamos vivir a nuestras anchas. ¿Cuál es ese centro sobre el que construir seguros nuestra vida? Atento: ¡QUE DIOS ME AMA!

Algunos se lanzan a vivir sin ese centro. Pero, como ocurre con las circunferencias, sus vidas saldrán irregulares y defectuosas. El problema, la diferencia radical es que si sale mal la circunferencia se hace otra y basta; pero nuestra vida no se puede repetir otra vez si no nos ha salido como esperábamos.

Cada día, te pase lo que te pase, en momentos de bajón o de subidón, llueva o solee, triunfes en algo o fracases… vuelve a pinchar en el centro firme de tu existencia, apóyate de nuevo en tu centro: «¡Dios, tú me amas! Eso es lo verdaderamente importante: ¡que tú me amas!»

Jesús bueno, que nos dijiste que el Padre no se olvida ningún día de ninguno de nosotros… que «aunque una mujer se olvidase de su hijo, yo no te olvidaré», no permitas que sea yo el que lo olvide. Todos los días quiero repetirlo: Gracias, Padre del Cielo, porque me amas; sí, me amas porque te da la gana, y porque me amas me has creado y vivo cada uno de los días de mi vida; porque me amas vivo hoy. ¡Gracias, Padre, porque me amas!

Puedes hablarlo ahora con él, y convencerle de que te meta en la cabeza esta verdad. Después puedes decirle la oración final.

01-01

Solemnidad de Santa María, Madre de Dios.

Primera fiesta mariana que apareció en la iglesia occidental, en el siglo VI, en Roma. Celebramos que María es Madre de Dios hecho hombre. Ella nos acerca a Jesús niño y nos ayuda a ser fieles.

¿Qué hay de nuevo viejo?

«Mira a fulanito: ¡está más contento que un niño con zapatos nuevos!» Hoy estamos todos así, contentos no de estrenar zapatos, ¡sino año! ¡Año nuevo! Tenemos por delante un año sin estrenar, limpio, a nuestra disposición, enterito, todo por escribir, todo por gastar…

Tenemos experiencia de estrenar cosas: una camisa, un pantalón, libros, coche, bicicleta, pelotas de tenis, gafas… Pero la verdad es que el año no lo estrenamos del mismo modo, porque el año es tiempo —del que ya hemos consumido bastante hasta el día de hoy— y, por otro lado, quien vive el tiempo soy yo, que sigo siendo el mismo. ¿No es una fiesta sin mucho motivo? Podríamos concluir que solo hay un motivo para que estos días sean fiesta: que en nuestras ciudades hemos «acordado» que estos días sean de fiesta.

Pero no es así. Comenzamos un nuevo ciclo, un período de tiempo, y es motivo de alegría. Y la iglesia nos da toda una lección: los cristianos celebramos hoy la fiesta de santa María Madre de Dios. Y ¿por qué? Es elocuente. La iglesia nos está diciendo que lo que nos hace verdaderamente nuevos es este hecho: una mujer ha sido madre de Dios, esto es, que, gracias a María, Dios ya no es un ser que está lejos, ajeno a los hombres, absolutamente separado… ¡Qué va! Jesús es hombre: ¡En María se han unido el cielo y la tierra! ¡En María se han unido Dios y el hombre! Dios pisa nuestra tierra, después de estar nueve meses en el seno de una chica joven de un pueblo pequeño, Nazaret. Y ese hombre-Dios me da su vida, y me hace un verdadero hombre nuevo: vivimos la vida nueva de Dios. ¡Esto sí es motivo verdadero de alegría! Sí: hoy es año nuevo, y… ¡¡¡yo soy nuevo todos los días!!! Aprovechamos esta circunstancia de empezar un nuevo período de tiempo para recordar y agradecer que desde que María fue Madre de Dios yo tengo una novedad radical.

Algunos preguntan: «¿Para qué sirve Jesús?» No le ven utilidad, no les resulta práctico, no les soluciona sus problemas… Tienen razón: Jesús no sirve para nada… pero lo aporta todo. No nos resuelve nuestros problemas, ni nos ahorra hacer nada de lo que tenemos que hacer y sufrir, ni nos evita la reflexión y el estudio, ni evade que suframos y luchemos tanto como sufren y luchan los que no tienen a Jesús. Pero al mismo tiempo lo aporta todo porque nos da una certeza que nada ni nadie más puede darnos: que somos amados, cada uno, de una manera absoluta; lo aporta todo porque él está presente, vive y actúa, nos dice que su amor absoluto por mí se ha puesto en acción y nos libera del mal, me hace nuevo porque Dios vive en mí y yo vivo en Dios, él nos da la luz para creer que todo tiene sentido.

Somos nuevos por la gracia de Dios, cuando aceptamos que Dios viva en nosotros y nosotros en él. Me decía un conocido cincuentón —desde su juventud vive alejado de Dios— que, a pesar de sus exitosos negocios y de sus dos guapas hijitas, no estaba contento: «¡Yo sé lo que es vivir en gracia, porque una temporada larga de mi juventud viví así! ¡Aquello sí que era felicidad! ¡Ahora me siento incapaz! ¡Cómo me gustaría!»

María, felicidades por haber dicho «sí» a Dios, por aceptar su plan de hacerte Madre de Dios. Gracias por decirle «sí». Dejo en tus manos este año, todavía nuevecito: encárgate tú de que todos los días sea nuevo. ¡Que viva habitualmente en gracia! Madre de Dios… y ¡madre mía! Que salga a ti: tú eres la llena de gracia; que la gracia me llene más cada segundo que pase. Así cada uno de los días del año los demás podrán decir al tratarme: «Mira ése, ¡está más contento que un niño con zapatos nuevos!»

¿Quieres que tu amor a María sea cada día más grande? ¿Qué medios puedes poner este año para que sea así? Puedes seguir ahora hablándole con tus palabras, quizá comentando el año. Ojalá hagas pasar un buen momento a santa María: será fácil, basta alegrarte con ella de que sea Madre de Dios.