San Paulino de Nola, Obispo. Siglo IV.
Llegó a ser un reconocido abogado en el Imperio Romano. A la muerte de su hijo, su mujer y él pasaron a vivir como hermanos, viviendo en oración y ayudando a los pobres. Fue obispo de Nola durante 21 años.
Predicarte sin predicar
El cardenal Newman fue un gran intelectual inglés. Era pastor anglicano y, buscando la verdad del cristianismo, profundizó en sus estudios y terminó por darse cuenta de que la verdadera iglesia, fundada por Cristo, vive plenamente en la Iglesia Católica. Ese paso le costó caro pues en su sociedad no le entendieron y —a pesar de su gran prestigio— le arrinconaron.
Escribió una oración que rezaba con frecuencia y hoy la propongo para, despacio, decírsela al Señor, parándote cuando quieras para comentar la frase. Decírsela, suplicársela, convencerle para que nos conceda que nuestra vida sea así, como le pedimos
Querido Jesús,
ayúdame a esparcir tu fragancia
por donde quiera que vaya.
Inunda mi alma con tu Espíritu y Vida.
Penetra y posee todo mi ser tan completamente
que mi vida sólo sea un resplandor de la Tuya.
Brilla a través de mí y permanece tanto en mí
que cada alma con la que tenga contacto
pueda sentir tu presencia en mi alma.
¡Permíteme que ellos al mirarme
no me vean a mí, sino solamente a Jesús!
Quédate conmigo y entonces podré comenzar
a brillar como tu brillas,
a brillar tanto que pueda ser una luz para los demás.
La luz, oh, Jesús vendrá toda de ti;
nada de ella será mía.
Serás tú quien brille sobre los demás a través de mí.
Permíteme así alabarte
de la manera que tú me amas,
brillando sobre aquellos que me rodean.
Permíteme predicarte sin predicar
no con palabras, sino con mi ejemplo,
con la fuerza que atrapa, con la influencia compasiva de lo que hago,
con la evidente plenitud del amor
que mi corazón siente por ti. Amén.
Ahora es el momento importante, en el que tú hablas a Dios con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Cuando lo hayas hecho, termina con la oración final.
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