San Bruno, Fundador de los Cartujos. Siglo XII.

De Colonia (Alemania), se ordenó sacerdote y fue profesor de Teología durante 18 años. Fundó La Cartuja. Redactó el reglamento de silencio perpetuo y vivir incomunicados con el mundo para hacer gran penitencia por los pecadores. Fue consejero del Papa Urbano II.

La dolce vita

La actriz Anita Ekberg protagoniza la famosa película titulada La dolce vita, título que toma la expresión italiana para referirse a la vida fácil y placentera, cómoda e indolora. La película fue dirigida por Fellini, quien contaba algo verdaderamente sorprendente que ocurrió el día que debían filmar la última escena del film. Ésta se desarrollaba en un coche situado en el plató, dentro del cual se encontraba Anita. Una vez filmada la escena, con la que terminaba su papel en la película, ella se echó a llorar y se negó a abandonar el coche agarrándose al volante. «Tuvieron que utilizar una suave violencia para sacarla del estudio.»

No tiene mucho sentido pero podemos hacer un esfuerzo por ponernos en su lugar. Anita no quería que aquello terminase, no deseaba volver a la vida normal, desprenderse de lo que durante un tiempo la había acompañado y de lo que había disfrutado. Pero… el coche y todo lo demás no se lo podía llevar con ella.

A esto se refiere Jesús cuando dice que nos guardemos «de toda avaricia, pues aunque uno abunde en bienes, su vida no depende de aquello que posee. Y les propuso una parábola: las tierras de un hombre rico dieron mucho fruto. Y pensaba para sí: “¿Qué haré, pues no tengo donde almacenar mi cosecha?” Y dijo: “Esto haré: destruiré mis graneros y los construiré mayores, y allí guardaré todo mi trigo y mis bienes. Entonces diré a mi alma: alma, tienes ya muchos bienes almacenados para largos años: descansa, come, bebe y pásalo bien.” Pero Dios dijo: “¡Insensato!, esta misma noche te pedirán tu alma. Y lo que has preparado, ¿para quién será?” Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios» (Lucas 12, 15-21).

Parece que algunos tienen el cerebro o el corazón en forma de dólar. Como si necesitasen hacer saber a todos que tiene mucho dinero, o que tal cosa que han comprado es carísima, o que al menos sus abuelos estaban forrados. Tener y parecerlo, o lo que es peor, no tener y querer aparentar que se tiene.

Es más interesante ser rico ante Dios. La riqueza espiritual, ésa sí que vale, y ésa sí que nos la llevamos a la otra vida. Como Anita Ekberg, un día tendremos que abandonar el plató.

Señor, tú quisiste nacer pobre, vivir modestamente, y morir desnudo. Pero eso sí: con una riqueza interior infinita. Que tenga tu estilo. Que desee más los bienes espirituales que los materiales. Que no ponga mi interés en la vida cómoda, sino en la vida enamorada. Que valore más ser que tener. Que me fije más en las personas y menos en las vestimentas.

Éste es el momento de hablarle con tus palabras, y manifestarle tus deseos de vivir pobre de espíritu.

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