San Vicente, Diácono y Mártir. Siglo III-IV.

Diácono de Zaragoza, durante la persecución del emperador Diocleciano lo apresaron y condujeron a Valencia donde sufrió cárcel, hambre, potro, láminas candentes, hasta que murió ahogado (año 304)

De la rehabilitación no nos libra nadie

Así explicaba un profesor de religión el pecado y sus secuelas. «Hace unos años, varios alumnos fueron a esquiar. Practicaban saltos. Uno de ellos, haciendo un tipo de salto que llamaban “rascaespaldas” cayó fatal y se rompió una pierna. Se trataba de una fractura complicada y hubo que operarle. Tuvieron que ponerle unos clavos que le fijasen el hueso. Le escayolaron dos meses. Cuando se la quitaron, no había terminado todo. Necesitó todavía mucho más tiempo de rehabilitación: los músculos se le habían atrofiado y no podía andar bien.

»Algo semejante ocurre en el alma. El pecado grave es como una fractura en la propia vida: el alma rompe su relación con Dios. Hay que volver a “pegarla”, como los huesos. Eso es fácil haciendo una buena confesión. Pero el pecado nos ha hecho más débiles, por lo que ahora tenemos más facilidad para que el hueso se nos rompa por el mismo sitio; una vez hemos mentido, o robado, o criticado, o… lo que sea, tenemos cierta facilidad para volver a rompernos por el mismo sitio, y así adquirir el vicio. Entonces ocurre como con la pierna fracturada: que algunos músculos quedan atrofiados por la falta de uso. No basta con confesarse y arrepentirse; luego hay que “rehabilitarse”, ejercitarse en las obras buenas poco a poco. Ése es el sentido de la penitencia que impone el sacerdote en la confesión.»

¿Qué dicen tantos fumadores que quieren dejar de fumar? Que no pueden, que están «enganchados”. La costumbre crea un hábito. También hay personas que dicen que les gustaría ser trabajadoras, generosas, humildes, sinceras… pero que no pueden: «están enganchados» a la pereza, a la soberbia, a la mentira, a la impureza… Hay que ejercitarse. Hay que hacer una «rehabilitación» en el alma. A este entrenamiento se le llama ascética.

Señor, gracias por tu perdón. Que no me falten paciencia y constancia en la lucha para rehabilitarme.

Puedes hablar con él de las fracturas que han hecho vicio en ti. Habla con él de la rehabilitación que estás haciendo, o pregúntale cómo la podrías hacer.

Ver todos Ver enero 2022