Santos Vicente, Sabina y Cristeta (hermanos), Mártires. Siglo III.

Talavera. Vicente, llevado ante los tribunales, no renuncia a su fe y es condenado a muerte. A la espera del fatal desenlace, sus hermanas intentan que se fugue pero son apresados los tres, muertos en el año 304.

Expertos en recorrer pasillos

Hay cosas que se nos venden como negativas, cuando en realidad son inmensamente positivas. Por ejemplo, en un tiempo vendían que perder la posibilidad de tener esclavos era algo negativo, y sin embargo era algo positivo, no sólo para el esclavo sino también para el señor. La cultura transmitía que era mejor tener esclavos que estar privado de ellos: sin embargo, era peor.

Hoy parece que se vende que la espera es algo negativo, que no tiene sentido, y sin embargo es algo enormemente positivo. Saber esperar es bueno. Como cuando uno siembra una simiente: esperar es respetar los tiempos. Quizá hemos hecho siendo niños la actividad de poner una semilla en algodón húmedo dentro de un vaso transparente, y con impaciencia íbamos cada día a ver cuánto había crecido. Sería absurdo, al ver el primer brote, estirar para que creciese con más rapidez: lo único que conseguiríamos es romper aquel ser vivo.

Las cosas necesitan su tiempo, y con estirones no aceleramos su proceso, sino que las rompemos. Es bueno educarnos en la espera. A esto se le llama paciencia.

Esperar cuesta pero, además, ayuda a disfrutar más. Quien se educa en la espera, aprende la virtud de la paciencia. Los regalos del día de los Reyes Magos se podrían adelantar, pero esa espera puede ser un modo de ejercitarse en la espera. En el deporte hay que saber esperar hasta que uno consigue, después de tiempo de práctica, dominar un golpe o un ejercicio. En el estudio las cosas no salen a la primera, y después de muchos problemas en los que nos peleamos por entender, al final entendemos. Todo lo bueno cuesta y, hasta que lo conseguimos, tenemos que esperar.

Si tenemos interés por enterarnos de algo pero respetamos el horario de trabajo o estudio, y después, sólo después, entramos en Internet para enterarnos, hacemos un buen ejercicio de la virtud de la paciencia. Dar tiempo a una persona a madurar o a corregir un defecto, nos ejercita en la paciencia. Conservar la paz cuando convivimos con alguien con un defecto o con otra forma de ser muy distinta a la nuestra, es ejercitarse en la virtud de la paciencia.

Yo soy rápido y el otro es lento: dejar ser lento al lento y rápido al rápido, es justo y requiere paciencia. Yo soy animado y el otro es algo “seta”, requiere paciencia para dejarle ser como es: “seta”.

Recuerdo una enferma a la que visité en la UCI. La ingresaron por un infarto. Cuando entré, me dijo con una paz impresionante: «Aquí estoy, con paciencia, que es la virtud principal; ahora me ha dado esto, y tengo que estar varios días, pues nada: contenta, y a aceptarlo con paciencia.» Sólo puede expresarse y vivir así quien en la vida se ha educado en la paciencia.

Esperar, esperar, esperar. Los pasillos están para ser recorridos antes de llegar al destino. Saber recorrer pasillos en la vida. El pasillo supone andar, cansarse, sin llegar al destino durante un tiempo. Y todo lo bueno en la vida está después de un pasillo. Todo lo bueno cuesta, todo lo bueno exige paciencia, todo lo bueno está precedido de un recorrido.

Señor, ¿soy impaciente?, ¿sé esperar? Los cristianos, ¿cómo vamos a vivir la virtud de la esperanza si no sabemos esperar en las cosas de cada día? Enséñame, Señor, a saber esperar, a saber respetar los tiempos.

Ahora es el momento en el que puedes comentarle si eres paciente, en qué te cuesta más, y las preguntas que han salido. Después, puedes terminar con la oración final. 

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