Santa Mónica, Madre de San Agustín. Siglo IV.

De África del Norte, sus padres la obligaron a casarse con Patricio, con quien tuvo tres hijos. Le cerró las puertas a su hijo cuando vio que éste se alejaba de la fe y dedicó años a rezar por su conversión.

Cuatro preguntas obligadas a los cristianos

Vamos a plantearnos cuatro preguntas obligadas para el cristiano, y que con frecuencia nos las hacen:

1. ¿Hace falta ser cristiano para ser bueno?

Por supuesto que no.

2. ¿En qué se diferencia un cristiano de un ateo?

De forma sencilla y gráfica podríamos decir que el cristiano cuenta con un diccionario, un mapa y un motor distintos.

a) En primer lugar, un diccionario de sentidos:

Hablamos el mismo lenguaje, pero otro idioma. El cristiano y el no-cristiano son personas que viven las mismas realidades; para referirse a esas realidades empleamos unos y otros las mismas palabras: cuando alguien muere, unos y otros hablan de muerte; cuando alguien hace algo que le perjudica, unos y otros hablan del mal; etc. Pero mientras que, en muchos casos, el ateo ve esa realidad «plana», sin más, el cristiano ve esa misma realidad con otro sentido, se le presenta con volumen.

Todos hablan de muerte: mientras unos ven en ella el final de todo, para el cristiano se trata tan sólo de un cambio de vida. Todos hablan de suerte o mala suerte: mientras unos ven la fortuna, el cristiano ve la providencia divina. Todos hablan de destino: mientras unos ven la fuerza del azar, los cristianos ven la vocación o plan de Dios. Todos hablan de la divinidad: mientras unos ven en ella alguna realidad trascendente sin más, el cristiano ve en ella un Padre. Todos hablan de seres humanos: mientras unos ven hombres como uno mismo, los cristianos ven hermanos. Todos hablan de actos de autodestrucción: mientras unos ven tan sólo un acto malo, el cristiano reconoce en ellos un pecado. Todos sufren injusticias: mientras unos ven en ella una ocasión de resignarse, resentirse o vengarse, los cristianos ven una ocasión de perdón y sacrificio. Y así con tantas otras realidades.

b) En segundo lugar, un mapa:

Todos los hombres vamos a lo mismo, pero de distinta manera. El mapa es el lugar donde se indican los lugares y los itinerarios por los que ir hasta ellos, los caminos. El cristiano y el ateo se dirigen a las mismas metas en la vida, pero mientras el ateo ve unos caminos, el cristiano conoce otros caminos distintos para alcanzar esos mismos objetivos.

El cristiano quiere, como todo hombre, ser rico, pero sabe que lo alcanzará siendo, no teniendo. Quiere ser feliz, pero sabe que lo alcanzará con una vida enamorada, no con una vida cómoda. Quiere ser libre, pero sabe que alcanzará la libertad a través de la entrega, no del egoísmo o de la independencia. Quiere ser justo, pero sabe que la justicia se alcanza con la caridad, no con el cálculo matemático. Quiere ser importante, pero sabe que lo consigue mediante la filiación —ser buen hijo de Dios—, no por el camino de la fama y el poder. Quiere el desarrollo, pero sabe que se alcanza fundamentalmente por la consecución del desarrollo de lo más propiamente humano, y no sólo a través de un alto nivel económico.

 

c) Por último, un motor.

El cristiano sabe que puede más que un hombre: Dios (la gracia) actúa él.

3. ¿Para qué sirve ser cristiano?

Para nada… y para todo. Para lo mismo que le sirve a uno saber quién es su padre.

Uno puede vivir sin saber quién es su padre; en ese sentido, saber quién es mi padre no me sirve para nada. Pero saber quién es mi padre, sin embargo, sí me sirve: saber de dónde vengo, contar con alguien que me protege, que me enseña, que está dispuesto a todo por mí, que me acepta independientemente de lo que haga, alguien de quien aprender, en quien confiar… El cristiano sabe que tiene un Padre, y sabe bastante de cómo es —Cristo nos enseñó muchas cosas acerca de Él—: no sirve para nada porque puedo ser buena persona sin Él, pero sirve para todo pues la vida es distinta si se sabe que Él está ahí.

Sirve para tener el diccionario, el mapa y el motor de los que hemos hablado. Estas tres cosas sólo las tiene el cristiano, pues hace falta creer en Jesús para saber que son así.

Sirve para alcanzar mayor nivel de felicidad. Más fácilmente se alcanza mayor felicidad, pues sabemos los caminos que nos llevan a lo que como hombres queremos alcanzar; tenemos la suerte de poder vivir sin que nos engañen las apariencias: para eso las enseñó Jesús.

4. ¿Cuál es la clave del cristiano?

Cristo.

Gracias, Señor, por hacerme cristiano. Que use el diccionario, el mapa y tenga siempre el motor encendido. Que te demos a conocer, que hablemos de ti a todos los hombres hasta los extremos de la tierra. ¡Gracias!

Habla ahora con Dios con tus palabras… y agradécele ser cristiano, conocerle… Puedes terminar con la oración final.

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