San Nemesio, mártir. Siglo III

Apreciado por su bondad y conducta ética intachable, como debe esperarse en un discípulo de Cristo. Lo delataron, primero, de delincuente y, después, de cristiano. Confirmando esta última fue quemado en la hoguera.

Las cuatro etapas

Me lo contaba un chaval, buen amigo. Durante una clase de catequesis de confirmación, mirando el retablo de la capilla donde se encontraba, se distrajo. Se le fue la cabeza, no sabía ni de qué hablaban. Pero pensando descubrió lo que llamaba la cuarta etapa. Me lo explicaba así:

«Me he dado cuenta de que cuando era pequeño rezaba de memoria oraciones, siempre que en casa o en el colegio era costumbre rezar. Pero lo había sin dirigir de forma consciente las palabras a nadie. Las recitaba, sin más. Estaba en mi primera etapa de oración.

»Un día, atraído por una imagen que me gustaba, caí en la cuenta de que mis oraciones iban dirigidas a aquella pintura de la Virgen, a aquel crucifijo o cuadro de Jesús. Entré en mi segunda etapa.

»No duró mucho esa situación, pues pronto me percaté de que aquellas imágenes no eran vivas y, por lo tanto, no podían escucharme. Así empecé a dirigir conscientemente mis oraciones a quien representaba esa imagen, que están vivos “allá arriba”, en los cielos. Era mi tercera etapa.»

Y terminaba: «Ayer, en mi distracción, descubrí que esas personas vivas, además de estar allí arriba, también están dentro de mí, en mi alma si estoy en gracia de Dios. Ahora sí me sé escuchado y apoyado cuando hago oración.»

Interesante. Piensa: ¿en qué etapa te encuentras tú?

Estos días, cuando te encuentres delante de un Nacimiento, delante de un niño Jesús, recuerda que puedes hablar y hablas con Jesús, el mismo que nació en Belén, vivió en Israel, murió en Jerusalén, resucitó y ya no morirá nunca más, el mismo que ascendió a los Cielos, donde vive ya sin tiempo ni muerte que le amenace. Nos dijo, además, que viviría dentro de cada uno de nosotros, dentro de ti y de mí, si le dejamos nacer en nosotros aceptando la gracia.

Quien ha llegado a la cuarta etapa descubre las personas vivas a las que se dirige cuando canta villancicos. No cantamos cualquier cosa, ni cantamos al sol o a la mañana. Cantamos a Jesús, a María, a José, imaginando circunstancias o diálogos en torno a un hecho de su vida. No nos importa hacernos niños con esos cantos y dar vueltas a algo de sus vidas que hicieron por nosotros. ¡Qué buena oración podemos hacer cantando villancicos!

Jesús, ¿en qué etapa me encuentro? ¡Qué me sepa escuchado! Que me sepa capaz de agradarte, de hacerte pasar un buen rato. ¡Soy tu hermano! Santa María, que no deje nunca la oración.

Charla con él de la etapa en la que te encuentras. Si no la has alcanzado, quizá puedes pedirle entrar en la cuarta.

Ver todos Ver enero 2022