Conversión del Apóstol San Pablo.

Viajando hacia Damasco persiguiendo a los cristianos el mismo Jesús se le reveló en el camino, eligiéndole para que anunciase el Evangelio a los gentiles, donde sufrió muchas dificultades.

La gracia de la risa

Me llama la atención cómo dibuja la personalidad de san Felipe Neri esta biografía:

«Seguramente no hay ningún santo en la Historia de la Iglesia que haya dado un testimonio tan convincente de la libertad de los hijos de Dios como el fundador de uno de sus institutos más singulares —al menos en sus comienzos— que ha conocido el catolicismo: san Felipe Neri, el padre del Oratorio. 

»Hacia 1590 se le ve deambular por las calles de Roma a este tipo extraño, calvo, de barba rala, de cuerpo largo y desgarbado, que se mueve en grandes gestos y habla y ríe con cualquiera que pasa. Ninguna aspereza hay en él; es la cosa más insignificante que uno pueda imaginar. Nada le gusta tanto como dirigir una buena palabra, hacer una broma, hacerse él mismo motivo de risa; él sabe por qué. Diríase que ha decidido que no se le tome en serio. Pero es esta humildad lo que llega a tocar las almas, esta desenvoltura mezclada de gentileza… Su “continua hilaridad de espíritu” es comunicativa y su humor, que le acompaña casi siempre, se sitúa entre la ternura y la ironía, entre el consejo moral y la broma, allí donde nace en la alegría la libertad del cristiano.»

¡Qué cantidad de veces hace referencia a su buen humor, a sus bromas y a su risa! Efectivamente, es un buen indicador de que alguien vive con libertad, con la libertad y soltura de quien sabe que es hijo de Dios.

¿Hago bromas agradables? ¿Los demás están a gusto conmigo? ¿Tengo habitualmente buen humor? ¿Me río bastante cada día? ¿Me hago a mí mismo motivo de risa en ocasiones? ¿O me tomo tan en serio que ni siquiera tolero que los demás hagan bromas conmigo?

Jesús, ayúdame a vivir con este estilo que siempre ha caracterizado a la familia de los cristianos. Sé que me lo tengo que proponer, y que si hay algo que me lo hace difícil, dime qué es y ayúdame a cambiarlo. María, causa de nuestra verdadera alegría, ruega por nosotros.

Pídele el buen humor, y mira si habitualmente estás alegre, o si te dejas dominar por el mal humor… y por qué.

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