San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús

La devoción a los abuelos de Jesús debida al cariño y veneración de los cristianos hacia la Madre de Dios. Sus nombres se conservaron gracias a tradición de los cristianos.

¿Lo importante es participar? ¿Seguro?

Puedes leer el testimonio tremendo de una conversa, Tatiana Goritcheva. Era rusa, y nunca había oído hablar de Dios:

«Desde mi infancia odié todo lo que me rodeaba; odiaba a las personas con sus minúsculas preocupaciones y angustias, más aún, me repugnaban; odiaba a mis padres que en nada se diferenciaban de todos los demás, y que se habían convertido en mis progenitores por pura casualidad. (…) Odiaba hasta la naturaleza con su ritmo eternamente repetido y aburrido, verano, otoño, invierno… Lo único que yo amaba era la soledad absoluta. (…)

»Y en la escuela, por supuesto, sólo se fomentaban las cualidades externas y combativas. Con esto se reforzó aún más mi orgullo, floreciendo plenamente. Mi meta fue entonces ser más inteligente, más capaz, más fuerte que los demás. Pero nadie me dijo nunca que el valor supremo de la vida no está en superar a los otros, en vencerlos, sino en amarlos. Amar hasta la muerte, como únicamente lo hiciera el Hijo del hombre, al que nosotros todavía no conocíamos.»

No sé en qué virtud se podría encuadrar lo de saber ganar y saber perder. Me parece que tiene que ver con muchas virtudes. Está claro que el valor supremo en la vida no está en superar a todos, en vencerlos.

 

Por un lado dicen que lo importante es participar. No estoy muy de acuerdo. Lo más importante es participar pero intentando ganar, darlo todo, superarse… Participar en una competición sólo para participar es una chapuza. Las competiciones se organizan para medirse, para pelear por la victoria… Eso de dejarse ganar o no poner sangre en el juego es la antivirtud.

Ahora bien, se gane o se pierda… lo importante son las personas. Si el otro gana, me alegro con él porque ha sabido ser mejor, y eso me alegra. No resulta fácil porque estamos calientes por la rivalidad, pero resulta imposible si no se piensa en las personas. Saber ganar y saber perder son consecuencia de mirar ante todo a las personas.

Hoy celebramos la fiesta de los padres de María, san Joaquín y santa Ana. Vamos a acudir a su intercesión.

Quiero aprender a ganar… que quizá sea más difícil que saber perder. Enséñame, Jesús. Si quiero a los demás, si pienso en las personas me costará menos. Como siempre, la clave está en amar. No quiero permitir tener enemigos, ni pequeños ni grandes, ni personas que desprecie porque no «me caen bien», porque siempre pierden… o porque siempre ganan. Madre siempre amable, ruega por nosotros.

Ahora puedes seguir hablando con tus propias palabras: ¿piensas en las personas, en los demás, cuando haces cosas con ellos? Felicita a los padres de María, y procura terminar con un pequeño propósito. 

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