Santa Escolástica, Virgen. Siglo VI.

Hermana de San Benito. Levantó su monasterio en Piumarola, a los pies de la montaña en cuya cumbre se había establecido su hermano. Una noche, para que éste permaneciese con ella, provocó un aguacero. Se la invoca contra los rayos y para obtener lluvia.

Nunca está todo perdido

A ver si estás de acuerdo con esto que se suele decir:

-Lo que un hijo piensa de su padre a los 5 años: «Mi papá lo sabe todo y es el mejor.»

-Lo que piensa a los 10 años: «Pues hay cosas que papá no sabe.»

-Lo que piensa a los 15 años: «Mi padre no sabe ni entiende nada.»

-Lo que piensa a los 20 años: «Mi padre es un viejo chocho.»

-Lo que piensa a los 25 años: «Pues hay cosas en que mi padre tiene razón.»

-Lo que piensa a los 30 años: «Mi padre tiene mucho sentido común y sabe bastante de la vida.»

-Lo que piensa a los 35 años: «Le preguntaremos a mi padre a ver qué opina.»

Algo de razón tiene, y algo así pensaría el hijo de la parábola del Señor que hoy podemos leer. La transcribe san Lucas (cap. 15). «Dijo: “Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre:  ‘Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.’ Y él les repartió la hacienda.

Pocos días después, el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. «Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.” Y, levantándose, partió hacia su padre.

»Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: “Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.” Pero el padre dijo a sus siervos: “Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.” Y comenzaron la fiesta.

»Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: “Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.” El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: “Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!” Pero él le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado.”»

Señor, líbrame de querer independizarme de ti. Que vuelva a pensar de ti lo que un niño de cinco años y un hombre de más de 35. Que no piense en ti como en alguien que me quita la libertad, sino como en quien realmente me quiere. Que no busque la libertad apartándome de ti: eso es sólo un espejismo.

Y ahora sigue tú hablando con tu Padre-Dios. Deja que Dios te quiera, deja que Dios te abrace, deja que Dios pueda ejercer su oficio de Padre contigo. Deja que el Señor pueda alegrarse contigo.

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