San Agustín de Canterbury, Obispo. Siglo VII

Le encomndaron la misión de evangelizar Inglaterra, lo cual le aterró, pero acudió después de haber sido nombrado obispo. La obra de monjes tuvo éxito y el mismo rey pidió el bautismo, llegó a arzobispo primado de Inglaterra.

¡Un solo instante y una María!

En cierta ocasión, cuando estaban rezando por un chaval endemoniado, ocurrió lo siguiente. Cuenta un testigo presencial que «el demonio multiplicaba sus gritos con más fuerza y confusión, diciendo: “¿por qué he de salir?”; entonces, una religiosa allí presente exclamó con fervor: “¡Santa Madre de Dios, rogad por nosotros! ¡María, Madre de Jesús, venid en ayuda nuestra!”

»Al oír estas palabras, el espíritu infernal redobló sus horribles alaridos: “¡María! ¡María! ¡Para mí no hay María! No pronunciéis ese nombre, que me hace estremecer. ¡Si hubiese una María para mí, como la hay para vosotros, yo no sería un demonio! Pero para mí no hay María.

»Todos los presentes lloraban. Repitió el demonio: “¡Si yo tuviese un solo instante de los muchos que vosotros perdéis! ¡Un solo instante y una María! Y yo no sería un demonio.”»

¡Qué fuerte! Satanás es un ángel que se separó de Dios; y dice que si tuviera a María no sería demonio. Esto es, porque no contó con ella ha caído tan bajo. Con qué alegría puedo gritar, en momentos de bajón, de dificultad, de vacas flacas: ¡Tengo a María! Eso es lo importante; lo demás cambia.

Santa María, gracias, gracias y gracias. Solemos decir que hay cosas que no se pueden pagar con nada. Tenerte a ti no es que no se pueda pagar, sino que si tú faltases… faltaría todo. Preferiría morir antes que vivir sin ti, aunque me parece que son la misma cosa morir y no tenerte. Gracias. Te lo vuelvo a decir: ¡Te quiero!

Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.

Ver todos Ver enero 2022