San Antonio María Claret, Obispo y Fundador. 1807-1870

Barcelona, fundó la Sociedad de Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de la Virgen María (claretianos). Murió desterrado en el monasterio de monjes cistercienses de Fontfroide, en Francia.

¿Vivir mucho, o vivir para algo?

Sólo lo recuerdo de memoria. Se trata de una entrevista publicada en la contraportada de un periódico. El entrevistado era un alemán. Su mérito: cumplir 112 años. Era el hombre más viejo del mundo. ¡Qué barbaridad! Salía sonriente en la fotografía. Los ancianos siempre me han parecido dignos de todo lo mejor… no sé… cada vez les tengo más cariño por el mero hecho de ser ancianos, por lo que han vivido, por lo que han dado…

Sin embargo, en cuanto empecé a leer la entrevista, aquel señor empezó a darme pena. Contaba su secreto. Cuando tenía 80 años hizo la apuesta con un amigo para durar, y entonces empezó a no hacer nada, a no hacer esfuerzos… Decía que así lo había conseguido.

Vivir para conseguir continuar viviendo… ¡me parece tan triste! Vivir para conseguir dar vida… ¡eso sí que vale la pena! Y dar vida exige cansarse, morir a uno, gastarse, exprimirse, agotarse…

Se lo escuchaba contar a un monseñor —ahora obispo— que trabajó muy cerca de Juan Pablo II en temas relacionados con la familia. Un día fue citado por el Papa en su habitación vaticana antes de cenar. Estaba esperando en una sala cuando escuchó que llegaba el Papa que, entonces tendría unos 60 años. El paso era lento. O mejor, su avanzar era lento, pues ni siquiera daba pasos. Con sus sesenta años y a última hora del día, no era capaz más que de arrastrar los pies. Cuando apareció por la puerta se levantó, se dirigió hacia él para saludarle, le besó la mano, miró su rostro agotado, y le dijo con energía: «Santo Padre, así no puede seguir. Tiene que cuidarse. La iglesia le necesita, y así usted no puede durar mucho tiempo».

Decía el monseñor que nunca se había sentido mirado como en aquel momento. Le vino a la cabeza la mirada de Cristo a Pedro cuando le dijo que no permitiría su Pasión, y escuchó de Cristo el «Apártate de mí, Satanás, que me hablas como hombre y no como Dios» (Marcos 8, 33). Pero Juan Pablo II no sólo le miró, sino que también habló. Más o menos le dijo lo siguiente: «A estas horas del día es lógico que el Papa esté cansado. Y debo seguir trabajando. La Iglesia no necesita a este Papa, lo que necesita es un Papa santo. Y después de este Papa vendrá otro. Lo importante es que sea santo.» Como dijo en más ocasiones, hay que aprender a trabajar estando cansados, o con dolor de cabeza…

Dos formas de plantearse la vida: vivir para conseguir continuar viviendo como el anciano de 112 años, o vivir para conseguir dar vida como Juan Pablo II. ¿A qué planteamiento te acercas más?

Señor, no quiero vivir más que nadie, sino vivir dando vida. Lo que importa es que sea santo, que me canse dándome, sirviendo, que trabaje como debo trabajar, que acabe los días cansado, que viva con intensidad… sin estar preocupado excesivamente de mi estado de salud o de descanso. No quiero que mi vida sea estéril, sino fecunda; no quiero que sea larga, sino intensa en amor. María, Madre de Dios y Madre nuestra, que viva dando mi sí a todo lo bueno, gastándome por amor.

Puedes comentar con Él cómo te has planteado tu vida, y lo que te gustaría cambiar. Pregúntale si él ve que te estás gastando.

Ver todos Ver enero 2022