San Gabriel de la Dolorosa, Religioso Pasionista. Siglo XIX.

De Asís (Italia) y llamado realmente Francisco, como el santo, era jovial, suave, generoso y disponía de un corazón generoso y afectuoso. Es co-patrón de la juventud católica italiana.

¿Lleno de cosas o de personas?

¿Conoces la historia del joven rico que se cuenta en el Evangelio? (Mateo 19, 16-22) Probablemente la hayas escuchado o leído más de una y de diez veces. Se acercó a Jesús un joven y le hizo esta pregunta: ¿qué tengo que hacer para ganar la vida eterna? Jesús le responde claramente: cumple los mandamientos. Y el joven —¡asombroso!— asegura que los ha cumplido todos desde su juventud. Es increíble que los haya cumplido todos: ¿tú conoces a alguien que haya cumplido siempre todos los mandamientos?

Se ve que el joven era un gran tipo y vuelve a preguntarle si le falta algo. En esta última pregunta se empieza a «desenmascarar» la verdadera persona que hay detrás: la pregunta suena un poco a: «no quiero que se me olvide nada», como si ir al cielo se redujese a cumplir unas reglas. En el fondo, esta actitud esconde el egoísmo del preocupado de su salvación y de poco más.

A continuación, Jesús le propone seguir un camino mucho más exigente que el mero «cumplimiento» de unas leyes. Ese camino consiste en AMAR, en darlo todo, en no tener ninguna atadura que le impida llegar a su destino. Le invita a que si quiere, deje todo lo que tiene y que le siga…

¡Llega el momento tremendo! El joven se va sin decir nada, se va triste porque «era muy rico». O sea, tenía muchas cosas, estaba muy apegado a tantas tonterías… y no estaba dispuesto a dejarlas. Su vida estaba tan llena de cosas que no tenía sitio para lo más importante: amar al Señor.

Este personaje habla con el Señor pero no entiende el lenguaje con que Cristo le habla; cuando se marcha, se va triste. Y el evangelio ya no dice nada más de él. Da pena, porque el encuentro empieza muy bien. Tras las primeras frases que intercambian parece que estamos ante un nuevo apóstol que se va a unir al Señor. Sin embargo acaba mal.

¿Qué le ocurre a este joven rico? Dice que cumple los mandamientos desde su juventud. Está acostumbrado a portarse bien, a «hacer» cosas buenas. Es una persona que ha recibido una buena educación. Sin embargo, cuando el Señor le habla, no de cumplir sino de amar, este joven no le entiende… o si le entiende no quiere seguir ese camino. Es egoísta, cumple por estar tranquilo con su conciencia o por quedar bien. Quiere salvarse; pero no ama a Dios y a los demás. Es verdad que al joven rico le falta algo —eso le dice el Señor: «una cosa te falta»—, pero lo que le falta es algo fundamental: le falta amor. Por eso quizá el Señor lo que le pide es lo que había que pedirle: «vende lo que tienes…», «despréndete de todo, déjalo todo, vacía tu corazón para que haya sitio, ¡porque no te cabe nada! Tienes la vida llena de cosas; pero quizá no tienes a nadie: ni a Dios ni a los demás por Dios».

¿Te entiendo, Señor? ¿En mi corazón tengo cosas o personas? Si amo no me costará seguirte por donde vayas y me lleves. No quiero andar calculando si tengo que hacer esto o lo otro, si me va costar mucho o poco… Me miras con amor… y no quiero cambiarte por nada.

Y ahora sigue tú hablando con tu Padre-Dios. Ésta es la parte más importante: cuéntale y escucha.

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