Santo Tomás de Aquino, Presbítero dominico. 1225-1274.

Su pensamiento ha sido durante siglos la base de los estudios filosóficos y teológicos. Su obra más famosa es la «Summa Theologiae» de estilo sencillo y preciso.

¡… como su perro!

Un día de otoño de 1852, Dorel, un joven con buena pinta de 32 años, es invitado a Ars por un amigo suyo que quiere confesarse. «—Haz lo que quieras —le contesta—. Yo iré contigo, pero llevaré mi escopeta y mi perro… Y, después de haber visto al “maravilloso” cura, me iré a cazar patos…»

Cuando entran en el pueblo se cruzan con el Cura, san Juan María Vianney, que anda con la lentitud de sus 66 años. Al pasar por delante de Dorel, le mira a él y a su perro y le dice con enorme simpatía: «Oiga, señor, sería de desear que su alma fuese tan hermosa como su perro».

Estas palabras entraron en Dorel hasta el fondo produciendo un efecto demoledor. Su perro era como tenía que ser: ágil, fiel, bonito… Sin embargo su alma… era un auténtico desastre. Se confesó, y cambió de vida. Murió santamente 36 años más tarde como trapense.

Quizá esto es lo que debemos decir los cristianos al oído de muchos amigos nuestros: ojalá tuvieses tu alma tan cuidada como tu perro, o como tu físico, como tu ropa o tu pelo, como tu moto o tu coche… El mismo Jesús lo dijo: «Vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad» (Lc 11, 39).

Sólo con que cada vez que nos miramos en el espejo o en el reflejo de los escaparates, pensásemos en el estado de nuestra alma, en la limpieza de nuestro corazón… y le pidiésemos: «Crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme» (Salmo 50). Si la cuidásemos tanto como a nuestro cuerpo… la tendríamos en mucho mejor estado.

Dios mío, quiero estar más pendiente de la salud y la belleza de mi alma que de la de mi cuerpo. Y a mis amigos les diré al oído que también ellos lo hagan. «Crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.»

Comenta ahora con Dios los cuidados que tienes de tu cuerpo y de tu alma, y pregúntale si vas bien o si te estás equivocando.

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