Santísimo nombre de Jesús.

Ocho días después de su nacimiento, el hijo de María recibe el nombre de Jesús, tal y como lo había dicho el ángel en la Anunciación. Significa “Yavéh es Salvación”

Otra persona que ocupa mi centro

Como estamos iniciando el año, nos conviene considerar aspectos que hagan referencia a los comienzos. Por ejemplo, Joseph Ratzinger fue un catedrático alemán con más de 400 publicaciones sobre teología. Con 78 años fue elegido Papa, y se puso el nombre de Benedicto XVI. Su clarividencia y prestigio intelectual eran llamativos. Todo el mundo esperaba su primer escrito como Papa, su primera encíclica. Tardó más de un año en publicarla. Se llama Deus caritas est (Dios es Amor). Estaba muy pensada, y provocó en la prensa muchos comentarios de admiración, tanto de católicos como de pensadores no creyentes. Quiso poner las cosas claras desde el principio: lo primero es el amor.

Te copio una frase de la introducción de la encíclica. Dice así: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a mi vida y, con ello, una orientación decisiva.»

Tener novia no es leer muchos libros sobre chicas o ver mil fotografías de una niña a la que has echado el ojo. Tener novia es meter a Fulanita en mi vida y meterme yo en la vida de Fulanita. Lo mismo ocurre con ser cristiano: significa meter a Cristo en mi vida y meterme yo en la vida de Cristo. Eso es lo primero que quiere decir ese Papa a los cristianos: ¡ojo!, que ser cristiano no consiste en una decisión ética (voy a ser bueno, no robaré y cumpliré los mandamientos…), ni en una gran idea (pensar de un modo determinado, estar a favor de unas cosas, pensar que tal asunto es verdad o mentira…); ser cristiano consiste en encontrarse con una persona, Jesús.

Con esta frase el Papa delinea lo propio del cristiano. Descubro lo que significa ser cristiano cuando me encuentro con Cristo, es decir, cuando meto a la persona de Cristo en mi vida; y este encuentro da a mi vida «una orientación decisiva», es decir, me meto en la vida de Cristo, y poco a poco mi vida va teniendo el mismo enfoque que la suya. Otra persona, Jesucristo, pasa a ocupar mi centro.

Jesús de Nazaret, tú eres a quien quiero mirar, tratar, escuchar, amar, consolar; de quien quiero recibir la mirada, por quien quiero saberme buscado, escuchado, amado y consolado. María, llévame a encontrarme cada día con tu hijo, Jesús de Nazaret.

Dile como puedas que quieres vivir esta historia de amor con él. Éste es el mejor momento de la oración: lo que le digas con tus palabras.

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