San Saturnino de Tolosa, Obispo y Mártir. Siglo III.

Bautizó a San Fermín. El obispo fue arrestado tras los edictos persecutorios de Decio del año 250 y murió al ser arrastrado y destrozado por un toro al que fue atado en público martirio.

¿Qué quiere decir ir al cielo?

A cualquier cristiano que le preguntes qué quiere en la vida, te dirá que quiere ir al cielo. Pero hay dos formas de entender esa frase.

Forma equivocada. Quiero ir al cielo, es decir, quiero salvarme para no sufrir, y por lo tanto quiero no hacer cosas malas. Para éstos, ser cristiano consiste en saber qué cosas son pecado y luchar por no hacer nada de lo que está prohibido. Para quien entiende así la vida del cristiano, el camino al cielo es un rollo.

Forma correcta. Quiero ir al cielo, es decir, quiero unirme a Dios, y por tanto aprovechar esta vida para ir aprendiendo y esforzándome para amar a Dios, a los demás y a este mundo bueno que Dios ha hecho. Ser cristiano consiste, entonces, en saber que la vida es corta y hay muchas personas a las que ayudar, y un mundo que cambiar para que los hombres seamos más felices y para que Dios reine en él. Para quien entiende así la vida del cristiano, el camino al Cielo es apasionante.

Vale la pena. Te copio unos textos de san Josemaría:

* ¡Si no nos morimos!: cambiamos de casa y nada más. Con la fe y el amor, los cristianos tenemos esta esperanza; una esperanza cierta. No es más que un hasta luego. Nos debíamos morir despidiéndonos así: ¡hasta luego!

* Dios no actúa como un cazador, que espera el menor descuido de la pieza para asestarle un tiro. Dios es como un jardinero, que cuida las flores, las riega, las protege; y sólo las corta cuando están más bellas, llenas de lozanía. Dios se lleva a las almas cuando están maduras.

* Vamos a pensar lo que será el cielo. Ni ojo vio ni oído oyó, ni pasó a hombre por pensamiento cuáles cosas tiene Dios preparadas para los que le aman. ¿Os imagináis qué será llegar allí, y encontrarnos con Dios, y ver aquella hermosura, aquel amor que se vuelca en nuestros corazones, que sacia sin saciar? Yo me pregunto muchas veces al día: ¿qué será cuando toda la belleza, toda la bondad, toda la maravilla infinita de Dios se vuelque en este pobre vaso de barro que soy yo, que somos nosotros? Y entonces me explico bien aquello del Apóstol: ni ojo vio ni oído oyó… Vale la pena, hijos míos, vale la pena.

Señor, yo quiero ir al cielo, por supuesto, ¿Pero cómo lo entiendo? ¿Me parece apasionante ser cristiano, o es un aro aburrido por el que tengo que pasar para salvarme? ¿Quiero amar o sólo quiero no pecar? El primer mandamiento que nos has dado nos pide «amarás a Dios sobre todas las cosas»; me doy cuenta de que si no vivo así estoy equivocado. Te amo; quiero amar: enséñame a amar. ¡Madre mía, tú que sabes mucho de esto, ayúdame! ¡Que nunca olvide que vale la pena!

Ahora puedes seguir hablando a Jesús con tus palabras. Puedes perder el tiempo imaginándote el cielo, o al menos diciéndole que lo deseas. 

Ver todos Ver enero 2022