San Clemente I, Papa y Mártir. Siglo I.

Tercer sucesor de S.Pedro. Intervino en conflictos originados en Corinto donde grupos de cristianos se mundanizaban. Les escribió una carta que todavía conservamos.

Muertos de hambre miran el reloj: para siempre

De niño me contaban dos cosas del infierno bastantes gráficas. En su pared hay un gran reloj que se ve desde todos lados. Con frecuencia miran sus habitantes la hora, y el reloj siempre marca la misa hora: «para siempre». La otra imagen de aquel lugar que se me quedó grabada es ésta: allí hay mucha comida, pero se mueren de hambre. En el gran comedor se sirven abundantes manjares, platos repletos, y también tenedores y cucharas para comerlos… pero los cubiertos son muy largos, tan largos que ninguno es capaz de llevar hasta su boca el alimento. Si le diesen al que tienen enfrente, estaría todo resuelto, pero allí es tan fuerte el egoísmo que no son capaces de dar nada a nadie.

No nos gusta hablar del infierno. Pero es Jesucristo el que nos habla de él en muchas ocasiones en el Evangelio. ¡Y no vamos a decir nosotros que está mal hablar del infierno si Dios lo hizo!

Santa Teresa vio el infierno en varias ocasiones. Así lo describió:

* «Estando un día en oración me encontré toda yo, sin saber cómo, metida en el infierno… Parecíame la entrada como un callejón muy largo y estrecho, como si fuera un horno muyhondo y oscuro y angosto; el suelo me pareció de agua como lodo muy sucio y de olor pestilencial, con muchas serpientes venenosas; al fondo, en un hueco metido en la pared como un armario, vi que me metían muy apretada. Todo esto es agradable de ver en comparación de lo que allí sentí.

* «Sentí un fuego en el alma que yo no puedo entender cómo poder decir de la manera que es. Los dolores corporales son tan insoportables, que yo, que los he sufrido gravísimos en esta vida y, según dicen los médicos, los más dolorosos que puedan existir…, aseguro que ninguno se puede comparar a lo que allí sentí, sabiendo además que aquello era sin fin y sin jamás cesar.

»Y esto no es nada en comparación del agonizar del alma, una opresión, una asfixia, una tristeza tan inmensa y con desesperada y afligida amargura, que yo no sé cómo encarecerlo. Decir que es un estarse siempre arrancando el alma es poco, porque aún parece que es otro quien os quita la vida; pero en el infierno es el alma misma la que se despedaza.”

* »Estando en tal pestilencial lugar, tan sin poder esperar consuelo, no podía sentarme ni acostarme ni había lugar para ello, aunque me habían metido en esta especie de agujero hecho en la pared; porque estas paredes aterradoras aprietan ellas mismas y todo ahoga. No hay luz, sino todo tinieblas oscurísimas: yo no entiendo cómo puede ser esto que, sin haber luz, todo lo que ha de producir pena, se ve.

Vi con cuánta justicia se merece el infierno por un solo pecado mortal.»

Quien vive sin Dios, ¿no es verdad que sufre en su corazón algo del infierno descrito por santa Teresa?

Señor, no quiero alejarme de ti. Te pido y ofrezco todo el día de hoy por todos los que experimentan el infierno en su corazón. Señor, que descubran la luz y la libertad, que se sepan amados. ¡Madre mía, antes morir que pecar! Cuando note la tentación, recuérdame esta jaculatoria, y ayúdame.

Ahora puedes seguir hablando a Jesús y María con tus propias palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.

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