Nuestra Señora del Pilar, Advocación Mariana.

Tras la ascensión a los Cielos de Jesús, los Apóstoles se distribuyen por todo el orbe para llevar la Buena Nueva. Santiago el mayor acude a Hispania e intenta la evangelización, sin resultados. Desesperado, la Virgen María se le apareció sobre un pilar en Caesaraugusta, para animarle.

Cualquiera se desanima

En la basílica del Pilar, en Zaragoza, se conserva un códice del siglo XIII en el que se cuenta esta tradición. El 2 de enero del año 39, cuando la Virgen María vivía junto al apóstol Juan en Éfeso, se apareció al apóstol Santiago a orillas del río Ebro. ¿Por qué?

Santiago el Mayor estaba en Hispania predicando, con idea de llegar hasta lo que ellos pensaban que era el final de la tierra —Finis terrae—, el punto más occidental de Europa, Galicia. Debió de ser muy duro predicar el Evangelio en las ciudades por las que iba pasando, duro y aparentemente infructuoso. Ante el fracaso de su predicación entre los paganos, ya agotado, Santiago se paró a orillas del Ebro, decidido a volverse. No seguiría adelante. Es entonces cuando se le apareció María, levantada sobre una columna que se dice que es el mismo pilar que hoy sustenta la talla de la Virgen, y le pidió a Santiago que erigiese un templo allí mismo, templo en el que se concederían muchas gracias, y aseguró que permanecería hasta el fin del mundo. El Apóstol, animado por María, siguió hasta Galicia.

Hoy, pasados más de veinte siglos, celebramos la fiesta de nuestra Madre bajo esta advocación de El Pilar. Durante estos siglos ha habido, efectivamente, milagros relacionados con la Virgen del Pilar. Es famoso el llamado «Milagro de Calanda» , un hecho muy documentado del que recientemente se ha publicado otro libro con un estudio detallado del milagro. Le ocurrió a un mendigo llamado Miguel Pellicer, nacido en Calanda. Era el segundo de ocho hermanos de una familia muy pobre y devota de la Virgen del Pilar. A finales de julio de 1637, cuando Miguel tenía 19 años, cayó del carro que conducía, cargado con trigo, y fue atropellado por el carro, una de cuyas ruedas le fracturó y aplastó la tibia en su parte central. Cinco días estuvo en el hospital de Valencia, pero pidió ser llevado a Zaragoza. Allí se comprobó que se le debía amputar la pierna, operación que realizó el doctor Juan de Estanga, cortándole la pierna «dos dedos más debajo de la rodilla». El joven practicante Joan Lorenzo García enterró dicha pierna cortada haciendo un hoyo.

En 1638 se le dio de alta y se dedicó a mendigar junto a la puerta del Pilar, después de asistir a misa todos los días en la Capilla de la Virgen. A los dos años, en la primavera de 1640, decide volver a su casa de Calanda; tras un viaje tremendo llega el 15 de marzo.

A las dos semanas, la noche del 19 de marzo, sobre las once de la noche, le fue restituida milagrosamente la misma pierna cortada y enterrada tres años antes, con las mismas cicatrices de un grano infectado que tuvo que sajar y una mordedura de perro de cuando era niño. Ante el revuelo causado en la villa de Calanda, el cura del pueblo cercano de Mazaleón, a unos 50 kilómetros, acudió acompañado del notario Miguel Andreu que levantó acta del suceso a los cinco días del milagro. El original de esta acta notarial se conserva en el Ayuntamiento de Zaragoza.

Fue proclamado como milagro el 27 de abril de 1641 por el arzobispo Pedro Apaolaza, tras un proceso en el que intervinieron tres jueces civiles y fueron interrogados veinticinco testigos. Ese mismo año, el rey Felipe IV mandó a Miguel Pellicer ir a palacio y arrodillándose ante él le besó la pierna.

El pilar, la columna es símbolo de fortaleza. Fortaleció a Santiago, y nosotros necesitamos que nos fortalezca también. Todos sufrimos nuestros bajones y desánimos. En esos momentos, acudamos a Ella. Y pedirle la fortaleza para rezarle esa jaculatoria popular: «Virgen santa del Pilar, antes morir que pecar.»

Madre buena, reina de los apóstoles, hazme fuerte. Y te digo, con tantos otros hijos tuyos: ¡Virgen santa del Pilar, antes morir que pecar!

Puedes tratar con María lo que te gustaría ser fuerte, y dejarte animar por Ella en los momentos de desánimo. Termina luego con la oración final.

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