Solemnidad de Santa María, Madre de Dios.

Primera fiesta mariana que apareció en la iglesia occidental, en el siglo VI, en Roma. Celebramos que María es Madre de Dios hecho hombre. Ella nos acerca a Jesús niño y nos ayuda a ser fieles.

¿Qué hay de nuevo viejo?

«Mira a fulanito: ¡está más contento que un niño con zapatos nuevos!» Hoy estamos todos así, contentos no de estrenar zapatos, ¡sino año! ¡Año nuevo! Tenemos por delante un año sin estrenar, limpio, a nuestra disposición, enterito, todo por escribir, todo por gastar…

Tenemos experiencia de estrenar cosas: una camisa, un pantalón, libros, coche, bicicleta, pelotas de tenis, gafas… Pero la verdad es que el año no lo estrenamos del mismo modo, porque el año es tiempo —del que ya hemos consumido bastante hasta el día de hoy— y, por otro lado, quien vive el tiempo soy yo, que sigo siendo el mismo. ¿No es una fiesta sin mucho motivo? Podríamos concluir que solo hay un motivo para que estos días sean fiesta: que en nuestras ciudades hemos «acordado» que estos días sean de fiesta.

Pero no es así. Comenzamos un nuevo ciclo, un período de tiempo, y es motivo de alegría. Y la iglesia nos da toda una lección: los cristianos celebramos hoy la fiesta de santa María Madre de Dios. Y ¿por qué? Es elocuente. La iglesia nos está diciendo que lo que nos hace verdaderamente nuevos es este hecho: una mujer ha sido madre de Dios, esto es, que, gracias a María, Dios ya no es un ser que está lejos, ajeno a los hombres, absolutamente separado… ¡Qué va! Jesús es hombre: ¡En María se han unido el cielo y la tierra! ¡En María se han unido Dios y el hombre! Dios pisa nuestra tierra, después de estar nueve meses en el seno de una chica joven de un pueblo pequeño, Nazaret. Y ese hombre-Dios me da su vida, y me hace un verdadero hombre nuevo: vivimos la vida nueva de Dios. ¡Esto sí es motivo verdadero de alegría! Sí: hoy es año nuevo, y… ¡¡¡yo soy nuevo todos los días!!! Aprovechamos esta circunstancia de empezar un nuevo período de tiempo para recordar y agradecer que desde que María fue Madre de Dios yo tengo una novedad radical.

Algunos preguntan: «¿Para qué sirve Jesús?» No le ven utilidad, no les resulta práctico, no les soluciona sus problemas… Tienen razón: Jesús no sirve para nada… pero lo aporta todo. No nos resuelve nuestros problemas, ni nos ahorra hacer nada de lo que tenemos que hacer y sufrir, ni nos evita la reflexión y el estudio, ni evade que suframos y luchemos tanto como sufren y luchan los que no tienen a Jesús. Pero al mismo tiempo lo aporta todo porque nos da una certeza que nada ni nadie más puede darnos: que somos amados, cada uno, de una manera absoluta; lo aporta todo porque él está presente, vive y actúa, nos dice que su amor absoluto por mí se ha puesto en acción y nos libera del mal, me hace nuevo porque Dios vive en mí y yo vivo en Dios, él nos da la luz para creer que todo tiene sentido.

Somos nuevos por la gracia de Dios, cuando aceptamos que Dios viva en nosotros y nosotros en él. Me decía un conocido cincuentón —desde su juventud vive alejado de Dios— que, a pesar de sus exitosos negocios y de sus dos guapas hijitas, no estaba contento: «¡Yo sé lo que es vivir en gracia, porque una temporada larga de mi juventud viví así! ¡Aquello sí que era felicidad! ¡Ahora me siento incapaz! ¡Cómo me gustaría!»

María, felicidades por haber dicho «sí» a Dios, por aceptar su plan de hacerte Madre de Dios. Gracias por decirle «sí». Dejo en tus manos este año, todavía nuevecito: encárgate tú de que todos los días sea nuevo. ¡Que viva habitualmente en gracia! Madre de Dios… y ¡madre mía! Que salga a ti: tú eres la llena de gracia; que la gracia me llene más cada segundo que pase. Así cada uno de los días del año los demás podrán decir al tratarme: «Mira ése, ¡está más contento que un niño con zapatos nuevos!»

¿Quieres que tu amor a María sea cada día más grande? ¿Qué medios puedes poner este año para que sea así? Puedes seguir ahora hablándole con tus palabras, quizá comentando el año. Ojalá hagas pasar un buen momento a santa María: será fácil, basta alegrarte con ella de que sea Madre de Dios.

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