San Marcial de Limoges, Obispo. Siglo III.

Fue el primer obispo de Limoges. Lo enterraron en un pequeño cementerio de la Vía Agrippa, construido sobre la ruta europea de peregrinación hacia Santiago de Compostela. El lugar se convirtió en la Abadía Benedictina de San Marcial.

 

¡Aunque me devoren!

En un libro sobre san Francisco, el autor —Kazantzakis— pone en boca del santo estas palabras: «Quien vive con los lobos ha de ser un lobo y no un cordero; eso dicen todas las personas sensatas. Pero yo tengo la nueva locura de que me ha dotado Dios, y digo: Quien vive con los lobos debe ser un cordero, aunque lo devoren.» Estas palabras las dirige a fray León, y san Francisco las aprendió de Jesús: «Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino» (Lucas 10, 3-4).

¿Qué significa ser cordero? Ser pacíficos. Mantenerse inocente aunque mis compañeros sean corruptos. El cordero no es violento ni agresivo. No devolver mal por mal, no hacer daño a quien me lo hace, no hablar mal de quien habla mal… No entrar nunca en la dinámica del mal. Aunque me devoren.

Hacerse lobo para defenderse de los lobos es olvidar el estilo que nos ha enseñado Cristo. Si miento para defenderme de la mentira, he dejado de ser cordero. Si quito una cosa porque me han quitado otra, he dejado de ser cordero. Si no hago una cosa porque tampoco la hacen otros, y entonces abusan de mí, he dejado de ser cordero.

Ésa es la única arma que usa Cristo: el bien, la verdad, la sinceridad…

Hoy celebramos la fiesta de los primeros mártires en Roma. Tras el incendio de Roma en el año 64, acusaron a los cristianos como responsables. Fue una excusa para acabar con ellos, pues parecía una secta curiosa y peligrosa. Ellos continuaron viviendo como cristianos, honrados, limpios y sinceros, y no negaron su fe… «aunque me devoren»… Murieron en este mundo aunque —y es lo que hoy celebramos— continúan viviendo triunfantes en el Cielo.

Corazón de Jesús, tú que eres el Cordero de Dios, y rodeado de lobos… les mirabas con amor, y pediste por quienes te crucificaban —«Dios mío, te pido por ellos porque no saben lo que hacen»—. Enséñame a ser cordero… aunque me devoren.

Ahora es el momento importante, en el que tú hablas a Dios con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Cuando lo hayas hecho, termina con la oración final. 

Ver todos Ver enero 2022