San Leandro de Sevilla, Obispo. Siglo VI.

Nieto de Teodorico, rey de los Ostrogodos y hermano de San Isidoro. Consiguió que se convirtieran al catolicismo las tribus visigodas que invadieron España e hizo que su rey, Recaredo I, terminase siendo un fervoroso creyente.

Tengo la suerte de querer un montón a Jesús

«Querido Papa: Soy una chica de 12 años. Desde que nací sufro parálisis cerebral; ya desde muy pequeña mis padres me llevan a médicos, sigo tratamientos, tomo medicinas y todos los días tengo que hacer rehabilitación.

»También, desde que tengo cuatro años, llevo una lentilla para arreglarme la vista de ese ojo, aunque hace unos días también me empezaron a poner en el otro, pues están contentos de cómo mejora. Voy a natación y también al logopeda, llevo ortodoncia y me hacen unos ejercicios con la mandíbula. Lo peor de todo son las plantillas y las dichosas botas que, además de no ser bonitas, dan un calor insoportable.

»El mes de abril tuve que pasar por el quirófano, pues, como empecé a andar a los seis años y como no lo hago muy bien, quieren intentar ayudarme, pues tengo que ir con andador.

»En junio, volvieron a operarme y los médicos están muy contentos (llevo una escayola en la pierna y no puedo mojarme ni apoyar el pie. Pronto me la quitan). Lo malo es que tengo que estar todo el día molestando a mi familia, pues, como voy en silla de ruedas y no puedo manejar bien la mano derecha, tienen que llevarme y traerme… y más cosas.

»Pues, Santidad, quiero decirle que todos mis sufrimientos, malos ratos, dolores, molestias, tener peores notas que mis compañeros, pues no dispongo de tanto tiempo ni puedo escribir tan deprisa como ellos…, y, quizá, lo que más me duele: no poder tener tantos amigos, o quedar con ellos y que no me llamen… Todo eso se lo ofrezco a Jesús todos los días para que muchas personas se salven y puedan ir al cielo, y muchos más niños y niñas conozcan a Jesús; pues, Santidad, yo tengo la suerte, la gran suerte, de querer un montón a Jesús, de creer en Dios y rezarle cada día para que me dé fuerzas y poder conseguir todo lo que Él me pide. Aunque a veces me cueste mucho, yo sé que no estoy sola. Además, mis padres nos hablan siempre, a mis dos hermanos y a mí, de María, de nuestra Madre del cielo. ¡Eso sí que es una gran suerte! (…)

»No se olvide de hablar a Dios de Piluca, de decirle todo lo que lo quiero y que no me olvide. Muchas gracias. Un beso de Piluca.»

¡Qué ejemplo de alegría en una situación tan dura! Ejemplo de confianza en él.

Parece que hemos puesto de moda protestar a Dios porque me pasa esto y lo otro… y le pedimos explicaciones de por qué tiene que ser así, que explique por qué no lo ha evitado… Dios es Padre: Piluca lo sabe y lo disfruta. Aprendamos a vivir la vida que tenemos y a querer a Dios pase lo que nos pase. El hijo no pide a Dios tanto que le pasen cosas buenas, como el darse cuenta de que son buenas las cosas que le pasan.

Señor, quiero quererte como te quiere Piluca. Quiero ofrecerte las cosas que me molestan y si estoy enfermo, pues mejor; porque tendré más sufrimientos para ofrecerlos por ti.

Y ahora sigue tú hablando con tu Padre-Dios. Ésta es la parte más importante: cuéntale y escucha.

Ver todos Ver enero 2022