Nuestra Señora de Fátima

En Fátima, la Virgen se manifestó a tres niños pastores, que no sabín ni leer ni escribir: Francisco, Jacinta y Lucía. La Virgen les pidió que rezasen por la conversión de los pecadores y por la paz en el mundo.

Hoy es la Virgen de Fátima

En la primera ocasión en que se apareció a los tres pastorcitos, Lucía preguntó a la Virgen:

—¿Yo iré al cielo?

—Sí, irás.

—¿Y Jacinta?

—lrá también.

—¿Y Francisco?

 —También irá, pero tiene que rezar antes muchos rosarios.

Lucía se acordó de dos amigas que habían muerto hacía poco:

—¿Está María de las Nieves en el cielo?

—Sí, está (tenía cerca de dieciséis años).

—¿Y Amelia?

—Pues estará en el purgatorio hasta el fin del mundo (tenía entre 18 y 20 años).

Les dice la Virgen entonces: «¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quisiera enviaros como reparación de los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?»

—Sí, queremos.

—Tendréis mucho que sufrir, pero la gracia de Dios os fortalecerá.

«En la segunda aparición —cuenta Lucía—, después de rezar el rosario con otras personas que estaban presentes (unas cincuenta) vimos de nuevo el reflejo de la luz que se aproximaba, y que llamábamos relámpago, y enseguida a Nuestra Señora sobre la encina, todo como en mayo.

»—¿Qué es lo que quiere? —pregunté a María.

»Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene, que recéis el rosario todos los días y que aprendáis a leer. Después diré lo que quiero además.

»Le pedí la curación de una enferma. Nuestra Señora respondió:

»—Si se convierte se curará durante el año.

»—Quisiera pedirte que nos llevases al cielo.

»—Sí, a Jacinta y a Francisco los llevaré en breve, pero tú te quedas aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quien lo abrazare, le prometo la salvación; y sus almas serán queridas por Dios como flores puestas por Mí a adornar su Trono.

»—¿Me quedo aquí solita? —pregunté con pena.

»—No, hija. ¿Y tú sufres mucho por eso? ¡No te desanimes! Nunca te dejaré. Mi InmaculadoCorazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios.»

Efectivamente, Jacinta y Francisco murieron con 10 y 11 años respectivamente. Sin embargo, Lucía vivió hasta los 98 años.

Puedes pedir ahora a nuestra Señora que también te lleve a ti al cielo y a los que tú quieres, como le pidió Lucía.

María, que me dé cuenta de que el tiempo de vida que tengo me lo da Dios para que yo le ame y le dé a conocer. Y que Tú no me dejas nunca; que todo lo mío te interesa. Que viva todo contigo.

Esta breve conversación entre María y los pastores tiene muchas cosas sorprendentes. Quizá puedes ahora repasarla despacio y comentarla con Ella. Después termina con la oración final.

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