Santa Rosa de Lima, Primera Santa de América. Siglo XVII.

Es la primera mujer declarada santa de todo el continente americano. Con 20 años encontró su camino y empezó a imitar a Santa Catalina de Siena. En los países latinoamericanos se celebra el 30 de agosto, mientras que en España se recuerda tal día como hoy, día de su fallecimiento.

Muchos amigos…

Advertía Confucio: «Existen tipos de amistad buenos y tipos de amistad que perjudican. La amistad con los sinceros, la amistad con los hombres leales y la amistad con los hombres sabios y buenos son amistades que benefician; la amistad con los mentirosos y falsos, la amistad con los aduladores y la amistad con los charlatanes son amistades perjudiciales.»

Amar es desear el bien. Que busquemos el bien del otro, no el propio. Buscar mi bien antes que el del otro adultera la amistad. ¡Qué gusto da escuchar de Jesús: «a vosotros os llamo amigos»! Ojalá nosotros podamos llamar «amigos» a muchos porque deseamos el bien a muchos.

Kant es un filósofo difícil. En uno de sus libros pone un expresivo ejemplo que nos sirve. Habla de Alcestes y de Adrasto. Los dos aman a sus mujeres, pero por motivos distintos:

 Alcestes dice:

«Amo a mi mujer, porque es bella, cariñosa y discreta.»

Ante esta afirmación, comenta Kant:

«¡Cómo! ¿Y si desfigurada por la enfermedad, agriada por la vejez y pasado el primer encanto dejase de parecerte tan amable? Cuando el fundamento ha desaparecido, ¿qué puede resultar de la inclinación?»

Entonces, aparece el segundo personaje:

«En cambio el benévolo y sesudo Adrasto pensaba así:

“Tengo que tratar a esta persona con amor y respeto porque es mi mujer.”

Y concluye Kant con esta valoración:

«Tal manera de pensar es noble y magnánima.»

Alcestes la ama porque le gusta su mujer, Adrasto la ama porque es su mujer.

Este mes es fácil que nos encontremos con viejos conocidos. Que a todos deseemos el bien, que hagamos muchos amigos, que hagamos el tipo de amistades buenas, que tengamos el estilo de amistad de Jesús, que nos enseñó que no hay mejor amigo que aquel que da la vida por sus amigos. Ojalá este mes les demos lo que toca: la entrega y el esfuerzo para dedicarles nuestro tiempo y para ayudarles a hacer el bien.

Alexis Carrel, científico agnóstico que se convirtió en el santuario de Lourdes, afirmaba: «La ley de la caridad es la ley de la felicidad.» Y como Dios nos quiere felices, por eso mismo nos pide este mandamiento: «Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.» El incrédulo puede decir que amar es costoso, difícil, utópico; pero nunca podrá decir que es malo, sino que es bueno aunque él no lo cumpla. Nosotros podemos cumplirlo, pues cada vez que comulgamos, el mejor de los Amigos nos transforma un poco más y nos enseña a ser amigos.

Dicen que en la vida uno encuentra pocos amigos, dos o tres como mucho… Yo sé que los cristianos conquistamos y ganamos muchos más; sí, amigos de verdad. Si nos dejamos enseñar por Cristo, seremos verdaderamente amigos de tantos…

Quiero dar mi vida por los amigos, Señor. Necesito tu fuerza, necesito que me transformes. Que no me busque a mí mismo en mis amigos, que les deje ser como son, que me alegre con sus alegrías, que llore con quienes lloran…

Comenta con el Señor si eres buen amigo, si son muchos o pocos, si les quieres más o menos, si les deseas el bien y te comprometes por ellos… Puedes decirle que te enseñe a ser buen amigo, y que en cada comunión te dé una lección y te transforme.

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