El Ángel de la Guarda de las instituciones.

Recordamos a los ángeles custodios de paises, ciudades, casas, sedes institucionales… Es por eso el patrón de algunos cuerpos de seguridad y policias.

En mi casa mando yo… o seré una montaña rusa

«Cada caminante siga su camino», escribía el poeta. No es poco sabio el consejo. Con frecuencia, estas cosas de sentido común son las que menos practicamos.

El que es bajito querría jugar al baloncesto, y el que no tiene oído estaría encantado de formar parte de un coro. Si es un deseo vago, pues no pasa nada. Pero si no estoy dotado para el baloncesto y me empeño en fomentarlo y cada vez que veo un partido en la televisión o un balón de básquet… me repito una y mil veces «cómo me gustaría jugar al baloncesto», «si pudiese entrenaría en tal equipo, y me compraría tales botas», «si ganase en la liga de mi pueblo pondría tal dedicatoria en los autógrafos»… y me revuelvo en imaginaciones siendo el jugador de la selección de no sé dónde… sería poco inteligente.

Hay deseos que nos hacen bien y debemos fomentarlos, y otros deseos que no están en nuestro camino y que debemos dejar que mueran. Alimentar morbosamente el deseo de lo que no es para mí, son ganas de pasarlo mal inútilmente.

Recuerdo un amigo que no podía tener perro por algunas circunstancias que no son del caso. Cada vez que veía un perro comentaba en voz alta lo mucho que le gustaría tener un perro. Y en el monte siempre la misma cantinela: ojalá tuviese perro, lo llevaría siempre al monte, y nos iríamos solos, y… mil fantasías más que sabía perfectamente que nunca  realizaría. ¿Para qué todo ese tiempo perdido en lo que no es para él? Es como tener prohibido el azúcar y pasarse todos los descansos mirando escaparates de pastelerías: ¡con la cantidad de cosas buenas, distintas a esa, que se pueden hacer!

Los deseos y los afectos hay que educarlos. Quiero decir: no todo lo que siento debo dejarlo crecer. Los deseos o afectos que son buenos, me conviene fomentarlos; los deseos y afectos que me hacen daño, conviene que los combata.

Un ejemplo. Puedo sentir tristeza, y si no tengo motivos para estar triste debo luchar por mostrarme alegre y descubrir los mil motivos que tengo para estar feliz, seguramente pensando y dándome más a los demás. Un comprometido que siente atracción por otra persona que no es aquella con la que se ha comprometido, deberá evitar que ese afecto crezca, por defender aquel que ya creció antes y con el que ha establecido una relación que le genera unos deberes. Y así con todo lo demás.

¿Educas tus afectos, tus estados de ánimo, tus sentimientos, tu sensibilidad, tus bajones y tus subidones…? Cada vez que tengo un bajón, no tengo por qué aceptarlo pacíficamente. Si no hay motivos, tendré que esforzarme por darme a los demás, por animarme… Si cedo a la pereza y no hago nada porque estoy de bajón, cada vez tendré más bajones y más pronunciados. Necesitamos aprender a educar los afectos y los estados anímicos. Hay personas que son un poco montaña rusa, con unos picos y unas caídas que dan vértigo. Sufren mucho estas personas.

Cada caminante siga su camino. Dirigir mis deseos, fomentar los que me convienen y neutralizar los que no me convienen como se neutraliza al enemigo cuando se le ve venir. Dirigir mis afectos, fomentar los que me convienen y neutralizar los que no me convienen. Dirigir los estados de ánimo: fomentar los que me convienen y neutralizar los que no me convienen.

Señor, ayúdame a seguir mi camino. Hay otros muchos, todos ellos preciosos. Pero yo quiero seguir el mío, que es el mejor para mí. Enséñame a mandar sobre mis deseos, mis afectos y mis estados de ánimo.

Ahora te toca a ti hablar a Dios con tus palabras, comentándole lo leído o lo que quieras. Puedes contestar con él las preguntas del texto, repasando cómo te influyen los estados de ánimo… si educas tu sensibilidad o si es ella la que te lleva por donde quiere.

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