Nuestra Señora de Lourdes, Advocación Mariana.

Bernarda de Subirous fue testigo de las repetidas apariciones de la Virgen María en la gruta de Massabielle de Lourdes (Francia). Desde 1858 es lugar de peregrinación y sanación física y espiritual.

El padre imposible

«Padre, dame la parte de herencia que me corresponde.» Esta petición es brutal. Kenneth Bailey quiso explorar esta brutalidad:

«Durante más de quince años he estado preguntando a gente de todo tipo, desde Marruecos hasta la India, y desde Turquía al Sudán acerca de las implicaciones que puede tener el hecho de que un hijo reclame su herencia en vida del padre. La respuesta ha sido siempre la misma… La conversación se desarrolla como sigue:

»—¿Hubo alguna vez alguien en su pueblo que pidiera una cosa así?

»—¡Jamás!

»—¿Podría alguna vez alguien pedir una cosa así?

»—¡Imposible!

»—Si alguna vez alguien lo hiciera, ¿qué ocurriría?

»—Su padre lo mataría a golpes, ¡desde luego!

»—¿Por qué?

»—Una petición así significaría que deseaba que su padre muriera.»

¡Claro! Lo que pide el hijo no es que reparta la herencia. En eso no habría tanto problema, pues sería como pedirle que hiciese el testamento: padre, decide ahora qué cosas pertenecerán a mi hermano y qué cosas a mí, de manera que nos las apropiemos cuando mueras; mientras tanto, el padre sigue disfrutando de todo lo que es suyo.

No es esto lo que pide el hijo. Pide que le dé ya su parte, que no está dispuesto a esperar su muerte, que ya tarda en morirse y quiere adelantar las cosas, que desea la muerte de su padre y disponer ya de lo que le toca.

Incluso el mejor de los padres de este mundo podría negar al hijo su petición con toda lógica, dominarse para no dejarse llevar por una reacción violenta pero negárselo. Con esta parábola Jesús nos dice cómo es padre Dios-Padre: es bueno sin límites, ni siquiera lo más imperdonable hace que deje de amarnos, por lejos que nos vayamos o por descastados que seamos… él sigue queriéndonos como un padre y esperando nuestra vuelta, nunca se cansa.

No es cristiano vivir asustado por los propios pecados: he hecho esto, soy un desastre, siempre igual, no hay quien pueda quererme siendo como soy, no tengo remedio… Lo único que puede asustarnos es la abundancia de amor de este Padre nuestro que está en los Cielos y junto a nosotros continuamente.

Te repito, Padre, las palabras del poeta: «En este trueque de amor, no es mi falta sino tu abundancia, lo que me asusta, Señor.» Es tan grande tu amor que por eso decimos que es un misterio: no entra en ninguna cabeza que se pueda ser tan buen Padre como lo eres tú. La parábola que nos puso tu Hijo nos dice que tú te sales del mapa, que aquí en la tierra no hay padre como tú… y por eso nos cuesta aceptarlo. Que no empequeñezca el misterio, que no me asusten mis tonterías.

Sigue con tus palabras, comentando algo de lo leído. Después termina con la oración final.

 

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