San Celestino V, Papa. 1221-129

Humilde sacerdote nacido en el seno de una familia numerosa. Fundó la Orden de los Celestinos, lo nombraron Papa pero, al no tener experiencia diplomática, renunció a los cinco meses.

Media Avemaría… y bastará

Vallejo—Nágera, conocido psiquiatra, antes de morir a causa de un cáncer, escribió un libro con recuerdos de su vida. En uno de éstos recordaba, divertido y emocionado, la conversación con su buen amigo, el famoso torero Miguel Dominguín. Miguel no practicaba como cristiano, y Vallejo trataba de ayudarle para que volviera a Dios antes de morir, pues el torero, por falta de formación, vivía alejado de Dios.

Decía Vallejo: «No digas que no has blasfemado. Pero como eso es una anormalidad y yo, como psiquiatra, me doy cuenta de los traumas de infancia que te han podido llevar a esa aberración, creo que Dios, que es mucho más listo que yo, no te lo va a tener en cuenta.

»Y con tus muchos disparates será benévolo, porque sabe que eres un disparatado. Te ha hecho con este vigor y vitalidad que no se encauzó bien; has aprendido a leer entre los cuernos de los toros, porque te tuvieron desde los catorce años explotándote para torear (…).»

«—Mira Miguel —le dije—,no te voy a pedir que cambies de vida, no te voy a pedir que dejes de beber… Sigue como estás ahora, que estás hecho un desastre, pero te voy a decir una cosa. Yo sé que me voy a morir muy pronto y Dios me ha dado la gracia de recobrar mi fe de la infancia, la misma que tuviste tú, porque tu madre la tenía, y te la enseñó, y tus hermanas la siguen teniendo. No te voy a pedir que vayas de ejercicios. Sólo que le digas a la Virgen: Virgen mía, ayúdame a entrar. Dios mío, perdóname. Y te va a bastar con eso, porque la Virgen te escuchará.»

Miguel se quedó muy conmovido…

«—Mira, Miguel —le dije—,vas a rezar conmigo media Avemaría, sólo la segunda parte, santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores… Que tú lo eres de narices… ahora y en la hora de nuestra muerte, amén. Hazme un favor, júrame que esa Avemaría la vas a rezar todas las noches.»

»—Yo no juro —me dijo él—,yo prometo, y te lo prometo.

»Pero, como es muy cabezota y nunca quiere dar su brazo a torcer, añadió:

»—Te la rezaré a ti y como un fandango.

»—Me da igual —le dije yo—, tú rézala cuando te acuerdes de mí y bastará.

María es el rostro que nos muestra la maternidad de Dios. Su maternidad, por eso, es sobreabundante, extraordinaria, sin límites, de una misericordia eterna que va de uno al otro confín. María es una Madre a la medida de Dios.

¡María, eso sí que es acertar en el modo de ayudar a un amigo! Yo te acercaré a mis amigos y tú haces el resto, ¿de acuerdo?

Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.

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