Santos Ponciano e Hipólito, Papa y Presbítero. Siglo III.

Al llegar Ponciano a la Cátedra de Pedro, encontró a la Iglesia dividida por un cisma, cuyo autor era el sacerdote Hipólito. Maximiano mandó que arrestasen a los dos obispos y les condenó a trabajos forzados. Deportados a Cerdeña, se unieron en una misma confesión de fe.

Cuidar los amores

¡Ojo a la soledad durante este mes! La soledad es un teléfono que nunca suena. Nosotros tenemos un teléfono directo con Dios. Pero el hombre puede no usar ese teléfono y entonces no sabe que al otro lado está Dios esperando. También tenemos un teléfono directo con nuestros familiares y con nuestros amigos. Podemos no usar ese teléfono, y aunque nos rocemos con ellos por los pasillos, no saber que están ahí esperándonos. A veces estamos cerca pero realmente estamos lejos. Es decir, estamos rodeados de personas pero estamos solos. La soledad es un teléfono que nunca suena, o mejor, el solitario es quien tiene un teléfono que nunca oye sonar. No es que no suene, sino que él no lo escucha.

Jesús sintió soledad. El Señor en la cruz exclamó: «¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?» (Mateo 27, 46). Era el grito más dramático, expresaba la misteriosa ausencia del Padre, la ausencia de la divinidad. Cuando el hombre abandona a Dios se encuentra con una cruz sin Jesús; una cruz que no salva, sino que condena a la soledad. Llevar esa cruz es signo de muerte.

Dios está en nosotros, pero nosotros podemos no estar con él. Los nuestros nos esperan y nos necesitan, pero nosotros podemos estar ciegos y sordos para ellos.

Una de las quejas de Dios contra su pueblo era la de tener un corazón de piedra: un corazón duro, indiferente. Un pueblo que le honra con la boca, pero sucorazón está lejos de él. Hay olvidos por falta de memoria, pero hay otros olvidos por falta de amor. Olvidarse de los padres no es problema de memoria. Y olvidarse de Dios, tampoco.

Dios quiere transformar nuestros corazones y convertirlos en corazones de carne, corazones que sepan amar. Como dice san Gregorio: «Pues el alma de un hombre que no busca a su Creador es dura, porque permanece fría en ella misma. Pero en cuanto se apodera de ella el ardiente afán de seguir al Amado, se apresura hacia él, derritiéndose en el fuego del Amor.» El corazón duro no siente, no sufre, y fácilmente se olvida. El corazón tierno es sensible, ama, se duele, recuerda y se acuerda.

La imagen del corazón de Jesús traspasado por una lanza que mana sangre y agua es significativa. Un corazón vibrante es un corazón golpeado, es el pinchazo del amor que siempre se nota. Aunque la comparación es algo mala, me gusta: del mismo modo que el dolor de estómago indica haber comido excesivamente, el dolor de corazón indica estar amando generosamente. Más lacerante que la herida física es la herida moral. El sufrimiento de Jesús era sufrimiento de amor. Así nos conquistó.

El Señor con su corazón traspasado nos hizo hijos suyos. Los hombres que le vieron creyeron en Él, porque todos creen en el amor. Este mes sería bueno que pidamos a Dios un corazón de carne, que nos traspasen a nosotros las necesidades de los demás, que veamos y oigamos lo que nos dicen aun sin palabras… que nos conceda un corazón tierno al que le afecten las cosas de los demás. Este mes podemos aniquilar la soledad cuidando nuestros amores.

En el amor no hay vacaciones. Es más, las vacaciones son formidables para cuidar los amores. Dedícales tiempo. Sería una tontería en estos días olvidarse de Dios, dejar de rezar, no perder tiempo con la familia, no dedicar tiempo a amigos… y a personas abandonadas y que sufren la soledad por culpa de los demás.

Dame, Señor, un corazón tierno y puro. Este mes quiero aprender a cuidar mis amores, a dedicarles tiempo, a estar sensible a sus necesidades. Que aprenda a amar. Y quiero acompañar a quienes viven solos por enfermedad o por el motivo que sea. Que escuche las llamadas que recibo a «mi teléfono»… y rompa mi soledad. ¡Son tantas las llamadas perdidas que no oigo!

Puedes preguntar a Jesús cómo hacer en concreto por descubrir las llamadas que recibes. Comenta tu soledad y pídele que te cure tu corazón… como el leproso le pidió que le curase de su lepra.

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