San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia. 1499-1569

Sacerdote que formó en Granada el grupo sacerdotal de Juan de Ávila. Fundó colegios y centros de estudios para sacerdotes. Una de sus virtudes principales fue su gran amor a la Eucaristía.

Cambiar con ella

Cuenta de Mehlo una fábula que, más o menos, dice así: «Durante años fui un neurótico. Era oprimido y egoísta. Y todo el mundo insistía en decirme que cambiara. Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y deseaba cambiar, pero no me convencía la posibilidad de hacerlo por mucho que lo intentara. Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que yo estaba. Y también insistía en la necesidad de que yo cambiara. Y también con él estaba de acuerdo. De manera que me sentía impotente y como atrapado.

»Pero un día mi amigo me dijo: “No te preocupes si no consigues cambiar, pues yo te quiero porque eres mi amigo, independientemente de cómo seas.”

»Aquellas palabras sonaron en mis oídos, entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo. Y cambié.”»

Comenta un autor espiritual: «Cuánta razón se encierra aquí. Nadie es capaz de cambiar si no se siente querido, si no siente una fuerza interior suficiente para subirse por encima de sus fallos.»

Quizá no seas neurótico, pero sí tendrás cosas que cambiar. Cuéntaselas a la Virgen María. Y que sepas que Ella te dice que te quiere como eres y que cuentas con toda su ayuda —que es bastante— para conseguir cambiar. Te quiere con tus defectos pero luchando por vencerlos. Con Ella puedes, y… ¡qué fácil!

Madre mía, que me sienta amado por ti: que sepa y caiga en la cuenta de que me quieres, me conoces, me sigues. Que sepa que te importo, que estás pendiente de mí… ¡Ah!… y muchas gracias.

Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, agradecerle con tus palabras, y repasar con Ella si quiere que cambies algo, y qué en concreto. Después termina con la oración final.

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