San Pedro Crisólogo, Doctor de la Iglesia. 380-450

Uno de los oradores más famosos de la Iglesia.  En predicaciones breves era capaz de resumir las verdades más importantes de la fe. Le formó el obispo Cornelio.

Discreto o metomentodo

Algunos no dan mucha importancia a la pereza porque no se trata de hacer algún mal, sino simplemente de no hacer nada. Pero este pecado tiene consecuencias terribles. La pereza es uno de los pecados capitales y aunque sea el último en importancia es la puerta para que entren todos los demás. Sí, la pereza es puerta. En el perezoso entra de todo.

Quizá te sorprenda que la pereza tenga algo que ver con la indiscreción. El curioso, que va de cotilleo en cotilleo, el correveidile, el metomentodo… normalmente es alguien perezoso.

Una virtud fantástica en la que hoy podemos fijarnos: desear y pedir a Dios la discreción.

Una forma de curiosidad es la del «metomentodo», origen de tantos cotilleos y chismes. Parece un modo de actuar inofensivo: «no hago daño a nadie». Aunque pueda parecer así en algunos casos, siempre hay un damnificado que es el mismo curioso.

Estar en todo, tener la antena echada continuamente, saber la últimadel mundo que tenemos a nuestro alcance, acostumbrarse a fuentes de información de ninguna garantía, juzgar y opinar de cada vecino y pariente próximo y lejano… impide que crezcamos y nos hace cretinos. ¿Por qué?

Porque si resulta difícil acertar en lo que a uno le toca, conseguirlo en lo que a uno no le toca es imposible. Además, en estos casos la verdad es la gran olvidada: la curiosidad acostumbra a relaciones frívolas y superficiales con el mundo y con las otras personas. La verdad es siempre compleja y real; el cotilleo es tan injusto y falso como simple y superficial.

Los chismes y cotilleos nos llevan a estar pensando continuamente en lo que tendrían que hacer o haber hecho los demás, en vez de pensar en lo que tengo que hacer «yo». Tiene gracia lo que predicaba el Cura de Ars:

«¿Qué diría usted de un hombre que trabajase el campo del vecino y dejase el suyo sin cultivo? Pues bien, ¡eso es lo que ustedes hacen! Continuamente hurgando en la conciencia del prójimo, y usted deja su campo sin trabajar.»

Y continuaba: «Cuando la muerte llegue, sentiremos haber pensado tanto en los otros y tan poco en nosotros. ¡Porque somos nosotros quienes deberemos rendir cuentas! Pensemos en nosotros, en nuestra conciencia, que siempre deberíamos mirar como miramos nuestras manos para saber si están limpias.»

Señor, cuando voy de piques, susceptible, curioso o con demasiado cotilleo es que estoy trabajando poco, que no aprovecho el tiempo, que no tengo nada interesante en lo que estoy metido. No quiero este vicio que me haría superficial y vacío. Que trabaje mi campo y deje al vecino en paz. Indiscreto y cotilla no podría seguirte de cerca.

Habla con él lo que veas que te ocurre a ti. ¿En qué querrá él que seas más discreto? Puedes terminar, después, con la oración final.

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