San Simeón, Anacoreta. Siglo V.

Nace en Sisán (entre las actuales Siria y Turquía). Pastor de pequeño, tras oír las Bienaventuranzas, cambia su vida hacia la oración y la penitencia. Acaba su vida viviendo sobre una columna.

Goteras bajo el agua

Un verano que pasé en Cabo de Palos, un me invitó a visitar en Cartagena la base de submarinos, en la que trabajaba. Aquellas máquinas son realmente fascinantes, y sus tripulaciones me parecían admirables por ser capaces de vivir en ellos largas temporadas bajo el agua. Había allí algunas naves destinadas a la reparación. Me decían que cada dos años los sacaban del mar y en uno de esos hangares los desmontaban para repasar cada una de las juntas entre pieza y pieza. La presión del agua a la que están sometidos hace que el deterioro en el ensamblaje de dos piezas signifique una seria amenaza: el agua empezaría a entrar por la más mínima fisura hasta hundir la embarcación. Es curioso: por una parte, el submarino está hecho para el agua, solo funciona gracias al agua, el agua es su mejor amiga, fuera de ella es un trasto inútil. Y al mismo tiempo el agua puede convertirse en su peor enemigo.

Ahora que empezamos el año podemos plantearnos lo siguiente. Las personas pensamos, y eso es lo que nos distancia del resto de las criaturas. El pensamiento es algo grande, amigo nuestro. Al mismo tiempo, como el agua, puede ser nuestro enemigo: que si me han dicho tal y cual, que si me han dicho que ese otro dijo que yo…, que si me han mirado bien/mal, que si me han sonreído forzosamente, que si caigo bien por esto, si no me valoran, si tenía que haber dicho esto y qué pena porque no se me ha ocurrido antes y hubiese quedado como alguien inteligente y no como un soso… por qué me ocurre esto, por qué sucede lo otro, si es injusto y no lo merezco…

Todos esos pensamientos inútiles no son indiferentes. Con esas gotas de agua entra en nuestra alma no poco resentimiento, desconfianza, envidia o susceptibilidad, autocompasión…  y la imaginación lo agranda más todavía, de manera que bien pueden hundir nuestra alma.

En estos primeros días del año vale la pena que nos propongamos, para que este año nuevo sea año bueno, revisar todos los días las juntas, no perder el tiempo con pensamientos tontos y malignos. No tengas miedo al enemigo equipado con cañones, no temas este año momentos en los que se te presenten grandes peligros o tentaciones. Valora el enemigo de la gota de agua que entra donde no debe entrar, del breve pensamiento que piensa tonterías. Y da muerte a esos enemigos que quieren entrar en tu interior. ¿Sabes cómo se llama a esta pelea? Mortificación interior.

Líbrame, Señor, de una imaginación desbocada, de los pensamientos inútiles y estúpidos sobre mí mismo. Líbrame del deseo de ser admirado, valorado, sonreído, aprobado… Que dedique todos mis pensamientos a pensar en los demás y en ti, en cómo servirles mejor y hacerles la vida más agradable. Madre amable, ruega por nosotros.

Ahora puedes seguir hablando a Jesús lo leído, y comentarle que quieres vivir la mortificación interior. Háblale de las gotas de agua que con más frecuencia se te meten en tu alma, de los pensamientos tontos en los que pierdes el tiempo con más frecuencia. Y acuérdate de escucharle, que es lo mejor.

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