San Eloy, Obispo y orfebre. 588-660
Aprendiz platero que llego a ser solicitado como consejero de la Corona. Ordenado sacerdote, fue consagrado obispo de Noyon y de Tournay y estuvo presente en el concilio de Chalons-sur-Seine, del 644. Patrón de los orfebres y herreros.
Alegradores de vidas. Adviento
¡Estamos de comienzos! Hoy comenzamos el mes de diciembre. Ayer, la novena a la Inmaculada. Y hace unos pocos días, el tiempo de adviento.
¿Qué es eso del adviento? Cuatro domingos antes del día de Navidad, los cristianos empezamos a preparar la venida de Jesús. Se trata de intensificar nuestra vida cristiana para que realmente Cristo pueda nacer en nosotros de un modo nuevo, que él pueda tomar forma en nuestras almas a sus anchas. Porque eso es la Navidad: es el misterio por el que se produce un intercambio admirable: Dios participa de la vida de los hombres, y los hombres —con la vida nueva que nos trae— participamos de la vida de Dios.
Hoy te propongo un modo concreto de vivir el adviento. Y lo hago con una idea que escuché en la sala de espera del dentista.
Llegó una señora sencilla y extravertida. Serían más o menos las doce de la mañana. Enseguida empezó a hablar.
«¡No puede ser! Este mundo cada vez es menos humano. Da pena ir por la calle. ¡Qué gris es todo! ¡qué tristeza! ¡cada uno a lo suyo! Todo el mundo va serio, con prisas, rara vez alguien se saluda y, cuando se hace, no va más allá de unos formales Buenos días. Somos como hormigas que vamos rápidamente de un sitio a otro consultando el reloj, ignorando a los demás. Pienso que como esto siga así, al final los ayuntamientos tendrán que crear un nuevo puesto de trabajo que será el de los alegradores de vidas. Serán funcionarios pagados con la misión de estar por la calle sin otra función que la de ir alegrando la vida a los que pasen por allí. Irán saludando: ¿Qué hay? Buenos días. ¡Qué día más bonito! Pararán a las señoras que van con su niño: ¡Huy! ¡Qué majo está!… ¿y qué tiempo tiene? Y a otro: si quiere le ayudo a llevar eso hasta el coche. Y a otra: el bolso le combina ideal con los zapatos…»
Añadía mil ejemplos más. Aproveché la ocasión para decirle que, en mi opinión, tenía buena parte de razón. Pero que los cristianos debemos ser esos alegradores de vidas. Y no con sueldo del ayuntamiento ni con un cursillo de aprendizaje, sino movidos naturalmente por el amor a todos los hombres que nos enseñó y nos da Cristo, y por la alegría y paz interior que tenemos al sabernos hijos de Dios.
Un buen modo de vivir el adviento, Señor: esforzarme por ser «alegrador de vidas» de las personas con las que trato. Que durante este tiempo abra mi corazón de manera que tú y los demás ocupéis más sitio en él. Dame el prejuicio cristiano de pensar en los demás, de querer hacerles felices, de ocuparme de sus preocupaciones, de servir sus necesidades, de ayudarles en lo que les convenga, de… hasta de saludar con cariño. ¡Que todos los que tratan conmigo lo pasen bien!: en eso debo emplearme a fondo. Madre mía Inmaculada, dame un corazón limpio y generoso como el tuyo, porque… ahí está el secreto ¿no es verdad?
Puedes ahora seguir hablándole de tu alegría y de tu falta de alegría. No te olvides de hablar con María de qué manera puedes tratarla más durante estos días de la novena.
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